Pasaron los días y a pesar de que Mason no había vuelto a hablar de mi relación con Caroline, sabía que no le gustaba. En un par de ocasiones, habíamos coincidido los tres en la oficina y la tensión era más que evidente. No hablaba, no decía nada, pero nos observaba y lo hacía incrédulo. Esa mañana Jordan me acompañó a hacer unas compras, quería hablar con él de Jennifer y que mejor manera que hacerlo después de entrar al Sex Shop.
Él observaba todo con mirada pícara y bromeaba con hacerse con un par de aparatitos. No sería yo quien le dijese que no. A él le gustaba jugar tanto como a mí. Solamente le advertí de que comprara lo que comprase, no me lo enseñase. No me atraía la idea de imaginarlo con su última adquisición. Me detuve en las joyas anales, las había de todos los colores, y ante mi indecisión cogí dos; una roja y otra azul eléctrico. Caminé divertido por los pasillos y sonreí al imaginar todos aquellos juguetes en el cuerpo de mi mujer. Me excité. Me encendí. Fantaseé inmediatamente con ella y sin poderlo evitar, me hice con un par de juguetes más. Sabía que Caroline lo iba a disfrutar y por supuesto, yo también.
Al salir, le invité a tomar un café en una de las cafeterías más famosas de la zona. Allí tenían el mejor café que había probado y sin duda se me antojaba uno. Antes de entrar en aquel terreno pantanoso, inmediatamente la escribí:
"Cariño, esta noche llevo
yo la cena.
¿Te encargas del postre?"
"Por supuesto, Cielo.
¿Te apetecen unas trufas?
¿Las quieres de mi boca?"Sonreí y velozmente contesté:
"Voy a devorarte entera."
"Lo estoy deseando…"Jordan se sentó frente a mí y con una morbosa sonrisa, me dijo:
—Por lo que veo te va bien con la Muñequita…
Asentí y dejé mi móvil sobre la mesa mientras saboreaba mi intenso café. Debía reconocerlo, nos iba demasiado bien, hasta el punto de que su suave tacto sobre mi torso ya no era una molestia. Cuando me tocaba, me acariciaba o simplemente se apoyaba en él, yo lo disfrutaba. Incluso, la noche anterior se había atrevido a ir repasando cada una de mis cicatrices con la yema de sus dedos. Me excito la forma en la que lo hizo y estuve a punto de arrancarle las bragas, a pesar de que aún, no tenía vía libre para hacerlo.
—Quiero tratar contigo el tema de Jennifer... — En sus ojos vi su impaciencia y sin hacerle esperar más, proseguí — ¿Estás seguro de ello?
—Llevo demasiado tiempo dándole vueltas. Si lo que te preocupa es quien ocupará su lugar, yo mismo te dije que me encargaría y…
—No Jordan. Te seré sincero… —susurré mientras daba otro trago a mi café — Sabes que nunca he entendido esa extraña obsesión que tienes por esa mujer. Desde hace años, ella se ha vuelto totalmente indispensable para ti y me preocupa el rumbo que puede tomar esto. Si accedo, ¿qué vendrá después?
—Esa Nena puede conmigo, Cedric. Cada noche voy al club con la única esperanza de subirla al reservado y pasar un rato agradable con ella. Antes era solo sexo. Morboso, excitante y placentero sexo, pero… ¡Joder! La necesito. La necesito de una manera que me quema y algo me dice que ella también me necesita a mí.
—Estas jodido, Jordan.
—Tanto como tú con la Thompson —afirmó mientras me encendía un cigarro —. Cedric, jamás te he pedido nada. Ponte en mi lugar.
No. No podía. Si Caroline estuviese en el lugar de Jennifer, hubiese prendido fuego incluso al mismísimo club con tal de sacarla de ahí. Di un par de caladas y murmuré:
—Aún no me has contestado. Si accedo, ¿qué vendrá?
—Quiero que sea mía —admitió sin más.
—No estarás pensando en casarte con ella. ¿Verdad? — Se encogió de hombros y bufé — ¡Por Dios Jordan!
—No me lo planteo. Ahora mismo lo que quiero es que ella deje de exhibirse. Prefiero vivir el día a día, pero ten por seguro que si llegado el momento, lo creo oportuno, lo haré. Me importa una mierda lo que puedas opinar tú o Mason. Pensé que me entenderías… Pensé que, ahora que tú estás sintiendo algo similar a lo que yo siento, me comprenderías.
No lo hacía, aun así, asentí. Siempre había querido la felicidad de mi hermano. Siempre había sabido que él era el único de los dos que podía encontrar a su alma gemela. Y más ahora, que comenzaba a dudar, si el mismísimo Diablo, podría haberla encontrado. Apagué la colilla en el cenicero y le miré en silencio.
—No tomaré la decisión sin hablar con Jennifer. Necesito saber si ella está de acuerdo.
—Gracias —susurró —. He de decir que me gusta demasiado mi cuñada. Desde que estás con ella…
—Jordan no empieces. No hagas que cambie de idea. Mantén tu boca cerrada si no quieres que te la cierre yo de un golpe.
Sonrió y se relajó en el asiento mientras disfrutaba de su café. Sus palabras me hicieron pensar, me hicieron recapacitar. Y antes de ir al pent-house hice otra parada técnica en una joyería artesanal.
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Cedric - El Diablo de New York | Erótica + 21 Completa ✅
RomantikOscuridad. Destrucción. Sexo. Muerte. Estas cuatro palabras definían mi vida. A decir verdad, eran las únicas que podían representarme. No soy el caballero de brillante armadura, ni pretendo serlo. Me identifico más con el villano de la HISTORIA. Sí...