Capítulo 31

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Cuando accedí al pent-house eran poco más de las nueve. Caroline estaba encerrada en el baño mientras canturreaba una de sus canciones. Supuse que me esperaba un poco más tarde, así que aproveché para meter el vino en la nevera. En esta ocasión la mesa estaba preparada en el interior. A decir verdad, hacía frío, así que debía admitir que cenar en la terraza no era la mejor opción. Conociéndola, estaba seguro de que aparecería luciendo un diminuto vestido que me cortaría la respiración. Dejé la cena en la mesa y fui consciente de que todo el ático olía a la crema de avellanas que ella utilizaba. ¡Maldición!

Caminé hasta el dormitorio. Sus gritos eran más fuertes y sin poder parar de sonreír llamé a la puerta del baño. Automáticamente el silencio se hizo al otro lado:

—Cariño, solo quería avisarte de que ya he llegado.

—¡Joder! —gritó al otro lado — Dame quince minutos.

Reí y regresé al vestíbulo. Aproveché esos minutos para pensar en lo que la iba a decir. Nunca he sido un hombre de demasiadas palabras, así que esto me incomodaba. Salí a la terraza y centré la mirada en mi ciudad. Los nervios me asolaban, así que, me encendí mi último cigarrillo del día. Creé un muro con mi mano para impedir que el aire apagase la llama del mechero y lo prendí con brío. Di unas caladas mientras analizaba la situación. Jamás hubiera imaginado encontrarme en esta tesitura… 

De pronto, sus manos me envolvieron desde atrás. Besé ambas palmas y me giré para mirarla. La admiré, la contemplé, mientras me deshacía de mi chaqueta para pasársela por los hombros. Ella la aceptó gustosa.

—Huele a ti —dijo con una enorme sonrisa.

Tenía un ligero rubor en sus mejillas y llevaba un ceñido y atrevido vestido negro que me hacía querer arrancárselo de una sentada. La acerqué a mi pecho y la abracé mientras daba la última calada a mi cigarro.

—Cariño, estás preciosa.

Ella no dijo nada, simplemente se escoró en mi pecho y buscó calidez. Lancé la colilla y la cogí entre mis brazos. Rápidamente regresé al interior del pent-house y cerré la terraza para intentar que entrase en calor. Cuando sus pies volvieron a tocar el suelo, arrastró la tela del vestido hacia abajo para evitar enseñarme de más. ¿Iba sin ropa interior? Sin darme tiempo a corroborarlo se contoneó hasta el otro lado de la encimera y tomó dos copas. Se quitó la chaqueta para dejarla colgando del respaldo de una de las sillas.

—¿Qué cantabas? —pregunté con curiosidad.

“Shape of You” de Ed Sheeran.

Me guiñó un ojo e inmediatamente empezó a canturrearla de nuevo mientras se movía y se contoneaba con gracia:

I'm in love with the shape of you

We push and pull like a magnet do

Although my heart is falling too

I'm in love with your body

Last night you were in my room

And now my bed sheets smell like you

Every day discovering something brand new

Well I'm in love with your body


Se pegó a mí, bailó y llevando mis manos a su cintura la seguí el ritmo con movimientos acompasados. De repente, me di cuenta de que me gustaba el mensaje de la canción y la terminé tarareando mientras que la acercaba cada vez más a mí, hasta que la distancia entre nosotros fue inexistente. Fuego. Así era ella, puro fuego. Su cadera se tambaleó y se restregó contra mí. Empezaba a sospechar que le encantaba hacer eso, al menos cuando bailaba.

Cedric - El Diablo de New York | Erótica + 21 Completa ✅ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora