Capítulo 52

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Media hora. Le había dado treinta malditos minutos a Caroline para que hiciera una pequeña maleta. Ella primero se quedó bloqueada, perdió cinco minutos de oro preguntándome a dónde iríamos y en cuanto vio que revisaba mi reloj y le indicaba que le quedaban veinticinco, voló como una bala. Ella sabía y era consciente de que, si era necesario, me la llevaría con lo puesto. Por lo que, sin tiempo que perder cogió una pequeña maleta de viaje y comenzó a meter ropa. Hablaba y lo hacía por los codos, mientras que se colaba en el vestidor y decidía qué llevarse.

—Quince —advertí. 

—¡Joder! ¿Se te ha olvidado que estoy embarazada? ¡Este estrés no me viene bien! Ni a mí, ni al bebé.

—Cariño, solo debes preocuparte de coger algo de ropa. Del resto me encargo yo.

Bufó molesta y continuó haciendo su equipaje. El día anterior, yo había hecho lo propio y había dejado una bolsa de deportes preparada, pero… Joder, ¿a dónde iba con tanta ropa? Reí ante su desesperación y murmuré:

—¿Qué parte de «coge lo indispensable» no has entendido?

—¡Mira Diablo de New York! —escupió levantando su dedo acusador — Ni siquiera me has dicho si donde vamos hará frío o calor, además de que tu maldita frase tampoco esclarece para cuántos días, ergo, todo lo que meta en esta maleta, estará bien hecho. ¿Entendido?

No pude hacer más que romper a reír. ¿Cómo le explicaba que a lo sumo solamente necesitaba un par de vaqueros o ropa interior? Yo mismo me había encargado de que no la faltase de nada y había mandado llenar el vestidor del lugar al que nos dirigíamos.

—Cariño, coge tu neceser, tu cepillo y poco más.

—¡¿Sólo?!

—Es más, lo que quieras llevarte debes meterlo dentro de esta bolsa —aclaré colocándola sobre la cama —. Tienes ocho minutos. 

Alucinada por lo que le había dicho, rebuscó en el fondo de su maleta y se abrió hueco entre mis cosas. Observé cómo aprovechaba la ocasión para revisar lo que yo llevaba y frunció el entrecejo. Literalmente estaba casi vacía. Había metido cosas banales como mi set de afeitado, un neceser, ropa interior y poco más. Me miró preocupada y susurró:

—Esto es una broma, ¿verdad? — Negué de inmediato — Cielo, ¿dónde piensas ir con eso?

—Contigo, al fin del mundo —exclamé revisando la hora —. Solo te necesito a ti. 

Se desinfló como una pelota que acababa de reventar y echando la bolsa a un lado se sentó en el borde de la cama mientras metía cuatro cosas dentro.

—Coge la joya anal —declaré impaciente —. Tienes dos minutos para cerrar la bolsa. De ti depende que esté llena o no. 

Divertido por los acontecimientos salí de la habitación. Me apoyé en la encimera de la cocina, desde la cual tenía una bonita perspectiva de ella y mientras la observaba introducir algo en la bolsa, cogí mi teléfono.

"Dos semanas. ¿Seguro que podrás con la situación?" 

"Vete tranquilo.
Con un poco de suerte, cuando Mason se enteré de lo que vas a hacer, se suavizará conmigo. Así que,
por egoísta que te parezca, estoy deseando que te marches."

"Prométeme que me llamarás si surge cualquier contratiempo."

"El único contratiempo que puede haber es que la Muñequita te diga que no. Así que, mueve tu culo y
demuestra de lo que es capaz un Lewis."

Cedric - El Diablo de New York | Erótica + 21 Completa ✅ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora