Capítulo 40

982 54 12
                                    

Esos dos días fueron eternos. No solo para mí, sino también para Caroline. La noche anterior habíamos hablado largo y tendido sobre lo que pasaría una vez que lo tuviese enfrente y aunque me negaba a que lo viese, ella insistía en estar ahí. Quería hablar con él y aunque juraba que no intercedería en mi encuentro y en mis planes, me costaba creerlo. Por supuesto, entendía su postura, pero debía defender la mía. La dejé remoloneando en la cama unos minutos más, mientras yo me introducía en el vestidor. Me coloqué unos vaqueros oscuros y cogí una camisa cualquiera. Al salir, ella me esperaba sentada sobre la cama, con los pechos destapados y una enorme sonrisa.

—Levántate y vístete —solicité.

—No. Primero quiero mi beso de buenos días.

Sonreí con malicia. Cada mañana, me pedía lo mismo y la mayoría de las veces, terminábamos enredados entre las sábanas. Me senté a su lado y observé la fotografía que ahora reinaba y ocupaba el pequeño espacio de su mesilla. Caroline se había encargado de sacar copias de las fotografías que Ezequiel nos había tomado la otra noche y ahora pululaban por cada rincón del ático. Incluso me había puesto una a mí en mi mesilla, con un bonito marco plateado. La del salón era mucho más grande y ocupaba un gran espacio de la pared principal.

—¿Segura que quieres ir?

—Cielo, no volvamos a hablar de eso. Sabes mi respuesta.

—Prométeme que saldrás junto a Jordan en caso…

—¡Si Cedric! —anunció con desgana — Te prometo que en caso de que no pueda soportar lo que puedan ver mis ojos, saldré y te esperaré mascando chicle junto al Action Man.

—No. Quiero que me prometas que saldrás incluso si yo te lo pido.

Se quejó ante mi petición, no obstante, me lo prometió. Finalmente ella rompió la distancia que nos separaba, se aproximó más a mí y con mimo interceptó un pequeño mechón de mi cabello que caía sobre mi frente.

—Quiero mi beso de buenos días y no pienso levantarme hasta que me lo des.

Me ceñí suavemente sobre ella y la arrinconé contra el colchón. Mis ojos descendieron hasta sus pechos y se detuvieron en sus perfectos pezones rosados que se encontraban endurecidos. Me relamí, pero volví a mirarla y con seriedad dije:

—Uno y te vistes. ¿De acuerdo?

Asintió y entonces la besé. Sus labios correspondieron e inmediatamente su lengua salió en mi búsqueda. La saboreé con delicadeza, pero me di cuenta de que sus intenciones eran otras cuando atrapó mi labio entre sus dientes, lo mordió y jaló con fuerza. Gruñí desesperado ante su actitud y en cuanto pude me levanté.

—¡Te he dicho uno! —grité saliendo de la habitación — ¡Vístete o me marcharé sin ti!

—¡En diez minutos estaré lista!

Preparé dos tazas de café mientras revisaba los mensajes de mi móvil. Jordan me indicó que acudiría directamente al almacén y que me esperaría allí, Mason me pidió autocontrol, como si acaso fuera posible y Ezequiel me comunicó que estaba abajo. A continuación, me llegó una notificación de Caroline e inevitablemente sonreí al ver que su foto de perfil había sido modificada por la nuestra.

“Ya casi estoy. Como ves me sobran cuatro minutos.
Te quiero.”

“Tienes cuatro minutos
para tomarte el café.”

En cuestión de segundos cruzó la puerta del dormitorio. Avanzó con gesto serio hasta la cocina y tras echarse dos cucharaditas de azúcar en la taza, dio un pequeño sorbo.

Cedric - El Diablo de New York | Erótica + 21 Completa ✅ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora