Capítulo 21

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Las preguntas por parte de Caroline no habían cesado desde esa mañana. No sólo con «Los Rusos», sino también con la fortuita muerte del hombre que la atacó. Cada vez estaba más seguro de que Caleb Thompson no jugaba limpio. Lo peor, era que comenzaba a pensar que Mason podía estar aliado con él. Pero ¿qué podría tener en contra de Caroline? Era imposible que no se hubiese dado cuenta de las intenciones de su "amigo". No podía estar tan ciego. Incluso sospechaba que ella, era consciente de la mierda de situación que la perseguía e intuía que por eso había tomado la decisión de venir a New York, pues mi fama me precedía. 

Oscuridad. Destrucción. Sexo. Muerte.

Estaba intranquila, era consciente. Había pasado todo el día a su lado y no había parado de mover su pierna sin control. Esa misma tarde me facilitó el listado de las personas que investigó y de las personas que sospechaba que guardaban relación con la muerte de su madre. Me sorprendí cuando vi que el último nombre de la lista era el de su padre. Un pequeño y diminuto Caleb Thompson, la cerraba. La leí bajo su atenta mirada, pero no dije nada. Automáticamente hablé con Ezequiel y Enrico y les otorgué una nueva tarea, con una única condición; nadie, absolutamente nadie más, debía conocer la existencia de aquella lista. Eso incluía a Mason y también a Jordan, aunque este último era quien menos me preocupaba. Ambos se comprometieron a guardar el secreto. Enrico, desde la muerte de su cuñado, me profesaba una gran lealtad, y eso me hacía no dudar de su palabra. De igual manera, ellos dos eran conocedores de lo que le sucedía a quien me traicionaba.

Por la noche, nos adentramos en el club. Allí la sujeté por la cintura y la hice avanzar hasta la barra. Los ojos curiosos la analizaban, todos querían saber quién era la valiente que se atrevía a ser la acompañante de El Diablo. Linda la reconoció de inmediato y con una gran sonrisa se acercó con mi vaso de whisky y una Coca Cola. Caroline sorprendida miró el refresco y añadió:

—Por favor, ¿hoy me puedes poner un poco de ron en la copa? Que digo poco... Mucho, ponme mucho ron, lo necesito.

—¡Por supuesto querida!

Ella obedeció, cogió el licor y empezó a llenar el vaso. Cuando creí que era suficiente, coloqué mi mano en la boquilla de la botella y la moví ligeramente hacia arriba. Linda tomó la directa, retirando y cerrando la botella. Caroline me miró boquiabierta.

—¿Acaso te digo cuanto whisky debes beber?

—No Cariño —susurré con calma —. Si te emborrachas, olvídate de jugar... ¿De acuerdo?

—¿A qué viene esa ridícula condición?

—Jamás me ha gustado la posibilidad de que me vomiten mientras follo. Así que, si quieres que luego juguemos, compórtate.

Sus cejas subieron ligeramente hacia arriba, en cambio, su mano bajó hasta mi paquete para apretarlo sin pudor. En ese momento, me importaba una mierda chapar el club y follármela en la barra. Linda, ajena a lo que estaba ocurriendo ya que estaba fuera del alcance de su vista, me hizo un leve movimiento de cabeza y me señaló el reservado. Dirigí mi mirada al balcón y vi como Jordan me miraba con atención.

—Cariño, deja de jugar con fuego y acompáñame.

Mi mano fue a parar a su trasero. La azoté y ella tras dar un pequeño brinco me siguió. Subimos a la planta superior. Jennifer estaba sentada en el sofá y completamente vestida, lo cual llamó mi atención. Mi hermano miró a Caroline y bufó molesto.

—¡Te dije que vinieras solo!

—No la iba a dejar sola en el pent-house.

—Yo también me alegro de verte, Jordan —dijo con ironía —. Eres más amable cuando tienes un par de tetas a tu alcance. ¿Lo sabías?

Cedric - El Diablo de New York | Erótica + 21 Completa ✅ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora