Capítulo 7

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—¡Joder! ¡Mierda!

Los quejidos de Caroline me despertaron. Intenté ignorarla, pero enseguida volvió a maldecir en voz alta. ¿Qué cojones? Me levanté y avancé hasta la puerta de la habitación que, yo mismo, había dejado abierta aquella noche. En la cama no había ni rastro de ella, por lo que me dirigí al cuarto de baño. Ella estaba frente al espejo, con la camisa levemente subida y analizando su herida.

—¿Qué ocurre?

Caroline brincó al escuchar mi voz y se quejó malhumorada.

—¿Puedes avisar antes de hacer eso?

—No te preocupes, Cariño. La próxima vez me pondré un cascabel para ti —dije con mofa —. ¿Tienes un alienígena ahí o qué?

Rodó los ojos con molestia y se giró para mirarme. Sus ojos enseguida se dirigieron a la parte superior de mi cuerpo, donde realizó un suave escrutinio de mis músculos que me hizo sentir incómodo. Había olvidado que la noche anterior terminé deshaciéndome de la molesta camisa, por lo que mis cicatrices quedaban a la vista. Me crucé de brazos y carraspeé, intentándola traer de vuelta. Ella desvió su mirada, avergonzada y suspiró.

—Tengo que limpiarme la herida y cambiarme el vendaje, pero me duele.

—Vamos, te ayudaré.

Cogí las gasas, el alcohol, el algodón y salí del cuarto de baño. Ella me siguió, confundida. Me detuve junto a la cama y esperé a que se tumbase, en cambio, pude sentir su mirada clavada en el tatuaje de mi espalda. ¿Jamás había visto uno?

—¿Te vas a tumbar o te tumbo?

—Perdona…

Se sentó con cuidado sobre el colchón para finalmente hacer girar su cuerpo y tumbarse ante mis ojos. Yo me senté a un lado, a escasos centímetros de ella... Elevé la camisa, hasta rozar sus pechos con el dorso de mis manos y tragué con dureza. Su respiración incrementó y supe que mi presencia la causaba estragos. Mojé el algodón y lo deslicé por la cicatriz. Caroline arrugó su nariz, desaprobando mi acción. Repasé la herida, uno de los puntos estaba suelto, pero tenía buen aspecto.

—Anoche te estuve esperando.

—Llegué tarde —respondí.

—¿No piensas preguntarme qué fue lo que pasó?

—Créeme que me lo contarás todo —aclaré mientras preparaba la gasa —. Mason llegará sobre las diez y te aseguro que querrá conocer los detalles.

Suspiró y desvió su mirada hacia el lado opuesto al que me encontraba, centrándose en la ventana. Coloqué el vendaje correctamente y troné los dedos frente a ella para obligarla a mirarme.

—¿Para qué fuiste al club y por qué cojones llevabas una daga escondida en el muslo? —pregunté sin más.

—¿La tienes?

—No has respondido a mis preguntas.

Ella guardó silencio. ¿Por qué se negaba a hablar? Envolví mis dedos en su cuello con sutileza, recordándole el último encontronazo que habíamos tenido y me aproximé. Nuestros rostros quedaron a menos de un palmo de distancia. Mojé mis labios, apreté mis dientes para evitar abalanzarme sobre su boca y sonreí.

—¿Qué ha sido de esa chica valiente del club? —pregunté al sentirla temblar — No juegues con fuego, porque te puedes quemar.

—Esa chica valiente del club volverá para patearte el trasero —murmuró para mí sorpresa —. Te contaré todo, pero solamente dime si tienes mi daga.

—¿Por qué es tan importante?

—Me la regaló mi madre cuando cumplí dieciocho años —aclaró con melancolía —. Me prometió que me enseñaría a usarla, pero...

Cedric - El Diablo de New York | Erótica + 21 Completa ✅ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora