Extra I

873 39 6
                                    

Atraviada con mi peluca, mis lentillas y un coqueto y pequeño vestido negro, me dirigí al club. El local estaba lleno, la gente bailaba, bebía y se divertía sin control. ¡Sin duda lo que necesitaba! Escaneé el lugar en busca de Cedric Lewis, pero no lo veía, lo que demostraba que no estaba o se escondía divinamente. Sin tiempo que perder, caminé hasta la barra donde una preciosa mujer, con una encantadora sonrisa, me preguntó qué quería beber. Pedí un cóctel, sin duda necesitaba algo de alcohol para plantarle cara a aquel famoso Diablo de New York. 

Su fama le precedía. Frío como un témpano de hielo. Violento. Sádico. Debía ir con cautela, pero tampoco pensaba dejarme amilanar. Debía sorprenderlo. Llamar su atención. Aquel hombre debía fijarse en mí. Necesitaba su ayuda… Miré a mi alrededor. ¿Dónde cojones estaba? Me bebí aquella fantástica copa y a continuación, me inmiscuí entre la gente que bailaba en la pista. ¡Menudo fiestón! Enseguida pude notar como varios hombres se acercaban a mí con la intención de acompañarme y yo, por supuesto, se lo permití. Bailé, salté y me divertí mientras esperaba su llegada.

Horas y horas pasé con la misma tónica. Se aproximaban, bailaba gustosa, provocaba y… ¡a otra cosa mariposa! De repente, sentí como alguien se colocaba a escasos centímetros de mi espalda. Otro más, pensé. Miré hacía uno de los espejos del fondo y pude ver que era aquel hombre del que todo el mundo huía. Después de tenerle donde quería e ignorando su pose intimidatoria, comencé a moverme con soltura. Contoneé mi cuerpo, lo moví al ritmo de la música y bajé al ras del suelo con una amplia sonrisa. Al subir, aproveché la ocasión para restregar mi inquietante culo por su miembro. ¡Joder! ¡Joder! Estaba caliente. Duro. Excitado. Cedric Lewis estaba deseando darme caza y yo quería ser cazada. Extasiada y llevada por mi locura, volví a tentarlo. Me pegué a él y coloqué su duro miembro entre mis nalgas. ¡Bienvenida al infierno Caroline!

Seguidamente me sujetó del brazo y me hizo girar. ¡Vaya ojazos! Aquel moreno me analizaba con el semblante serio. Le sonreí y dispuesta a continuar con mi famoso plan, deslicé mis brazos por su cuello. ¡Oh, oh! Su expresión cambió a sombría y su mandíbula se tensó de inmediato. ¡Vaya! Al parecer al Diablo no le gustaba aquel contacto.

—¿Cómo te llamas y por qué estás en mi club?

—Vaya… —murmuré sonriendo — No sabía que para entrar necesitase una invitación.

¡Touché! ¡Blanco! Así lo había dejado. Me sujetó con firmeza y con un movimiento que me descolocó por completo, interpuso su pierna entre mis muslos y me hizo abrirlos por completo. ¡Bribón! De pronto, la boca se me secó al sentir sus tentadoras manos avanzar por mis piernas. ¡Sin duda la que ahora estaba caliente era yo! Avanzó con lentitud, disfrutando de cada centímetro de piel que tenía a su disposición hasta que pude notar como sus nudillos rozaban mi intimidad. Suspiré y ahogué un pequeño jadeo que amenazaba con salir.

—No deberías andar con esto…

¡Mierda! Sentí como sacaba la daga de mi muslera y con una pasividad y tranquilidad increíble la deslizó por el contorno de mi cuello. Intenté contenerme. Si veía que le tenía miedo, estaba perdida, así que me mantuve serena. Total, ya estaba acostumbrada a tratar con tipos como él. Clavó la punta a un lado de mi clavícula y sonrió satisfecho. ¿De verdad pensaba matarme? Sin duda, era Cedric Lewis y si quería, podría hacerlo. Tragué saliva con cierto nerviosismo y solicité.

—Devuélvemela. Si lo que quieres es que me marche lo haré, pero dámela.

—Te irás, pero sin ella —susurró a escasos centímetros de mi oído —. Quiero asegurarme de que vuelvas. Ahora vete, antes de que me arrepienta.

¡¿Cómo?! ¡¿Pensaba quedarse con mi jodida daga?! Cerré el puño, llevada por la ira y mordí mis labios, intentando controlar los improperios, que sin duda le escupiría en estos momentos a aquel gañán. ¿Quién cojones era él para quitarme algo que era mío? ¡Era mi daga joder! Era lo único que me quedaba de mi madre y pensaba recuperarla. Cedric, quería que volviese y lo iba a hacer, por supuesto que sí. Volvería para patearle su precioso culo. Resignada, me separé unos centímetros de él, lo observé durante unos segundos y con paso ligero, sorteé a la gente hasta abandonar el club.

Cedric - El Diablo de New York | Erótica + 21 Completa ✅ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora