Guiada por la sed de venganza, Kanade Uchiha desea restablecer su clan y matar al que asesino a su familia, por eso decide quedarse en Konoha, para hacerse más fuerte y así lograr cumplir su meta. Pero deberá superar varios obstáculos para alcanzarl...
La azabache, miró en dirección a los libros que yacían colocados en la encimera de la gran ventanilla de la lbrería. Entre ellos estaban los besos de amor y también, diferentes estilos de lectura que abarcaban de igual manera, aquellas famosas novelas del reconocido escritor Jiraiya - sama.
Al lado suyo, se encontraba Konohamaru, esperando con impaciencia lo que fuese que ella estuviera haciendo. Era el día en el que le tocaba cuidarlo durante el dia antes del almuerzo, ya habían estado juntos desde que despertaron y aún les faltaba una hora para que se separaran y con ello, Kanade decidió llevarlo al centro para que pudieran comprar algunas cosas que ella ocupaba.
A lo lejos, visualizaron a Naruto quien se acercó tan emocionado cómo de costumbre, ya que le agradaba ver a Kanade y a Konohamaru juntos, como si de verdad se tratasen de dos hermanos conviviendo.
El pequeño, no pudo evitar caminar hacia este para retarlo a un enfrentamiento con su tecnica sexy, lo cual, Naruto no se negó en lo absoluto, enseñandole a Konohamaru lo que en realidad era un Jutsu sexy causando cierto remordimiento en el pequeño que lo hiz entnder que debía de practicar más.
Kanade, analizo toda la escena, comprendiendo que Naruto, aún continuaba enseñandole cosas inutiles al pequeño quien le creía todo.
Este, en cuanto se transformó, fue detenido por el fuerte puñetazo de Sakura que lo hizo salir volando en otra dirección, aterrizando contra el suelo con fuerza y, sin esperarlo, Sakura lo sujetó con fuerza de la chamarra para comenzar a sacudio con fuerza mientra le gritaba con brusquedad, cuestionando su inmadurez y falta de tacto al transformarse de tal forma.
— ¿Se puede saber que haces? —preguntó enojada y, a pesar de que Naruto estaba inconsciente, aún seguía sacudiendolo.
— ¡Para, mujer violenta! —ordenó Konobamaru, captando la atención de la chica y sintiendo como su piel se erizaba gracias al terror.
Kanade, abrió levemente los labios al notar como la pelirrosa miraba al pequeño, decidida a darle su merecido de igual mamera que se la estaba dando a Naruto.
— ¿Qué me llamaste? —gruñó furiosa.
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