La vista desde el segundo piso del Museo de Arte debía considerarse una de las exposiciones del lugar, deberían tomarla como parte de las tantas obras expuestas. La forma en que la luna bañaba los jardines del lugar, serpenteándose entre el gran laberinto de estructuras de hierva perfectamente podadas. Normalmente solía estar en silencio, pero el sonido de los insectos nocturnos añadían un ambiente más agradable. Hacía frío y a mi no se me había ocurrido llevar un abrigo.
-¿Qué haces aquí?.-la voz de Luna me sobresaltó y me volví para recostarme sobre el gran balcón.
-Pensando.-Recordé la forma en que unos minutos antes la había sorprendido encima de Reyes casi comiéndole la boca y una sonrisa se extendió sobre mis labios.-No en lo que acabo de ver, de hecho quisiera poder retroceder el tiempo y nunca haber entrado en esa sala. Si sabes que vas tener que pagarme el psicólogo...¿Verdad?
-No seas ridícula. Ni creas que vas a achacarme los otros traumas que tienes alojados en el cerebro.-Bromeó posándose a mi lado.-Agradéceme, capaz y mejoras esa técnica mediocre que aprendiste con Costia.
-Mugrosa.-Bufe metiéndole un codazo que la hizo desestabilizarse a mi lado.-Yo beso de muerte.
-Mataste tus relaciones sentimentales, tiene sentido.-Objetó posando suavemente un brazo sobre mis hombros cuando intenté alejarme de ella.-Lamento mucho lo que pasó con Clarke.
Observé su rostro buscando alguna pizca de burla pero no la encontré. Cuando Luna se ponía en plan serio, era porque de verdad sentía que alguna de nosotras lo necesitaba.
Como la vez en la que a los diecisiete Octavia y ella me encontraron llorando tras las gradas, el lugar donde Costia y yo comenzamos y terminamos nuestra relación, no era un lugar muy significativo para otros, pero para mi si que lo era.
-No pasó nada con Clarke.-Me volví hacia el jardín, recordar a la rubia hacía algo extraño en mi pecho. ¡Y es que ni siquiera sabía el por qué!-Nunca ha estado interesada en mí, Luna.
-Hay más peces en el mar...-Sentí su mirada en mi perfil y la observé con recelo.-Esa tal Hope no esta nada mal, tal vez perseguías a la rubia equivocada.
-Ya besé a ambas, créeme que no perseguí a la equivocada.
-Entonces deberías besarme a mi, soy muy buena.-Hizo ademan de alzar sus labios en tono de broma y la empujé mientras reía.
xxx
-Buena sesión la de hoy, Griffin.-comentó Anya guardando los guantes en el bolso deportivo.-Si lo hubieses hecho bien, esa seria mi verdadera opinión, pero hoy has dado pena.
-Si vine a practicar box contigo no fue para que me abrieras la cabeza, Anya.-Resongué mientras colocaba mejor el paquete de hielo sobre mi ceja derecha.
-Pensé que ibas a parar mi ataque, no puedo practicar con una blandengue a la que se que le puedo dañar la única neurona funcional.-Anya se sentó a mi lado, sobre las cajas de cerveza.
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La Delincuente Perfecta
RandomA los 19 años de edad, Lexa Woods, hija de reconocidos padres en el mundo de la moda, y dueña de sobresalientes en la facultad de Derecho. Se verá envuelta en una escalofriante situación. Y es que la aparición de cierta rubia la hará conocer lo mas...