Complicaciones

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La jornada en la cafetería había estado movida, por lo que al salir del lugar me encontré con un cielo mas oscuro de lo habitual. Miré la hora mientras caminaba con pasos perezosos entre las calles nocturnas de la ciudad.

Unas cuantas cuadras después, doblé la esquina donde se encontraba el lugar de trabajo de Raven, la chica había insistido en trabajar a pesar del esguince que se había hecho la semana pasada en el campus.

Repentinamente unos pasos ajenos a los míos se unieron hacia dicha dirección, afortunadamente o, desafortunadamente, estaba familiarizada con el idiota que trataba de seguirme, por lo que me detuve rápidamente.

-¿Qué diablos quieres, Jasper?-Me voltee para encararlo.

-Wow... ¿Como supiste que...?

-La peste a traidor llega hasta aquí.

-Irónico que seas tu la que lo diga...-Se cruzó de brazos con media sonrisa.-Digo, escuché por ahí que renunciaste a la congregación. 

-Veo que a la vieja chismosa de John no se le quita la maña de ponerte al día todos los domingos. Tengo curiosidad-Me acerqué a él lentamente mientras lo observaba retroceder medio paso.-¿A la hora de tomar el té también le desvelas que trabajas para varias "congregaciones"?

-Clarke... No vine a discutir contigo.-Bufé con ironía y el repentino movimiento lo hizo dar un respingo, si no hubiese sido tan patético hasta me hubiese reído. 

-Vete al diablo.-Volví a encaminarme hacia el club nocturno pero Jasper habló y no pude dar otro paso después de oírlo.

-Vine a advertirte.-Me voltee hacia él con la vista fija en su rostro.-Escuché varios rumores sobre ti.

-No te confundas Jasper, no soy Murphy. No me interesa absolutamente nada de lo que tengas que...

-Tu padre me envió.-La mandíbula automáticamente se me tenso y no pude evitar acercarme a el y tomarlo del cuello de su camisa violentamente.-Cálmate Griffin.

-No me importa, si vuelves a acercarte a mi, vas a arrepentirte.-Lo miré fijamente mientras hablaba.-No vuelvas a referirte a él de esa forma, si no quieres terminar alimentando a los gusanos del callejón de la esquina.-Lo empujé y trastabilló en la acera. 

Me volví hacia La Terraza con los nudillos blancos y la mandíbula tensa.

La creciente resignación iba tomando forma en mi mente. El hecho de que hiciera lo que hiciese para dejar atrás aquella parte de mi vida, siendo consciente de que por más intentos y ganas por acabar con aquella vida, era en vano.

Lo sabía, siempre habia sido consciente de que por más que lo intentara, no sería capaz de salir ilesa de la parte más oscura de mi vida. Estaba anclada a aquello de por vida, como un barco que se hunde y se lleva todo con él.

A veces aferrarte a alguien, a algo, a lo único bueno que te ha pasado en la vida, podía resultar egoísta. Sabia que si no dejaba ir a las personas que quería se hundirían conmigo. Sin embargo continuaba allí, siendo esclava de los deseos egoístas y menos patéticos que había tenido.

Desde Raven no había experimentado la culpabilidad de arrastrar a las personas que quería hacia el vacío. Afortunadamente ella salió ilesa de aquél desastre. 

Desde Lincoln la capacidad de alejarlo constantemente de mí, el no crear más lazos de hermandad había resultado imposible. 

Anya, siendo la principal guía y mentora de lo que significaba la vida misma, me puso en una encrucijada, ella quería lo mejor para mí, pero lamentablemente las personas como nosotras dos no terminan con finales felices. 

La Delincuente PerfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora