LEXA

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Obras de Caridad. Era lo que decía mi padre cada vez que acudíamos a los lugares donde vivían los niños pobres.

A veces me aburría un poco cuando me traía a las casas de los niños, se quedaba hablando y hablando por horas con la gente grande y aburrida, por eso decidí que esta vez me quedaría en el patio con el resto de gente que no era grande y aburrida.

Mi padre me sujetaba firmemente de la muñeca mientras observaba todo aquello detalladamente, habían muchas habitaciones y al final, el pasillo se extendía en un gran patio lleno de arboles y flores, columpios y pequeños juegos como el sube y baja.

El paraíso.

No sabía quien era Caridad pero al salir al exterior le agradecí internamente por sus "obras".

Niños de todas las edades corrían y jugaban entre el gran jardín. Sonreí al observar como varias niñas jugaban en círculo en medio de la hierba e inevitablemente me acerqué, perdiendo el agarre de la mano de mi padre.

-Alessandra, no te vayas muy lejos.

-Ajá...-Creí decirle mientras continuaba adentrandome entre los niños que gritaban y reían.

Entre los movimientos de los niños, parecieron percatarse de una pequeña carita nueva, por lo que poco a poco varios niños me voltearon a ver curiosos y con la cabeza ladeada.

-Hola.-Saludé amablemente a los niños más cercanos a mí, sintiendo las mejillas calientes al verlos observarme tan cerca.

-¿Cómo te llamas?

-¿Eres nueva?

-¡Me gusta tu vestido!

-¿Me lo das?

Caramba, eran muchas preguntas y yo solo tenía una sola boca para responder.

-¡Callense!-Una niña poco más alta que yo se hizo escuchar, parecía un poco mayor que el resto. Traía su oscuro cabello amarrado y vestía una camiseta y unos pantalones negros.-¿Cuál es tu nombre?

-Mmm... Alessandra Marcella Woods Larson.-Contesté automáticamente porque así me habían enseñado mis padres desde que tenía memoria.

Repentinamente una risa infantil, divertida y muy pegajosa inundó el espacio, pero esta no venía de la chica frente a mí, sino de una pequeña niña que se abrió paso, o a la que le abrieron paso algo recelosos, tras emerger entre miradas curiosas.

-¡Que nombre más feo!-Señaló la pequeña rubia frente a mi volviendo a partirse de risa en frente de todos. La observé con el ceño fruncido y repentinamente molesta.

-Apuesto a que es más bonito que el tuyo.-Repliqué con rabia y hubieron breves murmullos de nuestro público infantil, sorprendidos y espantados a partes iguales.

-¡Pelea!-Gritó un pequeño niño pelirojo y la niña tomó un pequeño camión del piso y se lo aventó, aterrizando en el ojo del pequeño revoltoso haciéndolo llorar. Observé la escena atónita, mirando a la pequeña rubia acercarse a mi.

-No te tengo miedo, y eso ha sido muy grosero.-Espeté cuando se plantó delante de mí.

-Ese niño quería que te hiciera puré de niña tonta.-Observó y miré los azules ojos de la pequeña mientras retrocedía un paso. Su cara estaba algo rasguñada y traía la ropa llena de barro.

-No se les lanzan cosas a la cara a la gente.-Pude responder algo culpable y ofendida por lo de "Niña tonta".-¿Tu mamá no te enseñó modales?

La Delincuente PerfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora