La Academia

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Había decido no volver a pisar aquel lugar, pero las constantes llamadas de John, no me dajaban muchas opciones.

Observé el desahuciado sótano en el que solía estar con John y Jasper. El día en que había decidido reorganizar mi vida, habíamos peleado y amenazado mutuamente y, no deseaba terminar en la mira de ningún delincuente mientras saliera con Lexa.

-Clarke...-Escuche la voz de John tras de mi y lo encaré.

-Escuche la voz de John tras de mi y lo encaré

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-Morphy.

-Pensé que no vendrías...-Tomo asiento en la mesa que quedaba en el centro de aquél desagradable lugar.

-Si lo hice es porque quiero aclarar las cosas.

-¡Que cambio! te has puesto mucho mas blanda.-Alzo las cejas con fingida sorpresa.

-No te confundas Murphy, sabes perfectamente de lo que soy capaz.-Me concentre en relajar mi postura y calmar la rabia que comenzaba a crecer dentro de mi, porque el hacer molestar a un tipo tan conflictivo como John Murphy no me convenía.-Solo vengo a dialogar.

-En serio Clarke, la única forma posible de llegar ambos a un acuerdo es que te dejes de tonterías y vuelvas a la congregación.-John volvió a pararse y me miro fijamente con gesto serio.- Te conozco perfectamente, eres todo menos tonta y sabes muy bien lo que va a pasarte si sigues jugando a tener la vida perfecta. 

-Asumo las consecuencias.-Susurre tragando saliva.-Pero no te entrometas John, o me veré obligada a hacer cosas que no quiero.

Mal Clarke, ¿Que parte de "No amenazas" no entiendes?

-¿Que asumes las consecuencias, te volviste loca?-Utilice todo el autocontrol posible por pasar por alto aquello y tome asiento lentamente, observándolo.

-No me importa lo que pienses, sólo quiero estar libre de todo esto.

-Sabes que no puedes, eres la hija de...-Le lance una mirada de advertencia antes de que pudiese terminar aquella frase y se limitó a volver a sentarse.

-No tienes que recordarme nada, John soy perfectamente capaz de recordar que las leyes de las congregaciones son implacables

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-No tienes que recordarme nada, John soy perfectamente capaz de recordar que las leyes de las congregaciones son implacables. No me interesa si llegan a insistir con que vuelva, no lo haré.

La Delincuente PerfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora