Clarke permanecía tumbada plácidamente sobre la cama de mi habitación, su relajada respiración no dejaba lugar a dudas sobre el estado en el que se encontraba su consciencia.
La observé durante varios segundos antes de volver a perder la vista dentro del libro de texto que tenía en las manos y que estaba por acabar con mi paz mental.
Los exámenes finales estaban a la vuelta de la esquina y ni Clarke ni yo habíamos encontrado una mejor forma de lidiar con todo aquel tiempo de estudio, por lo que se nos ocurrió la maravillosa idea de pasarlos juntas. No tan maravillosa, tomando en cuenta que eso claro, suponía mantener contacto directo e indirecto en una habitación, las dos, solas...
-Lexa.
Llevaba varias horas acostumbrada al silencio y a la tranquila y familiar respiración de Clarke medio inconsciente, casi muerta. Por lo que escuchar su voz tan repentinamente y a mitad de la madrugada ‹y de paso sin connotaciones sexuales› casi le arranca un infarto a mi corazón.
Me llevé una mano al pecho después de lanzar el libro del respingo involuntario, y estuve a punto de reclamarle y golpearla por asustarme de aquella manera si era necesario. Pero luego repare en que sus esferas azuladas permanecían completamente ocultas tras sus párpados cerrados. Fruncí el ceño, pensando por un momento en que me estaba volviendo loca y que ya podría comenzar a ser hora de guardar los libros e irme a dormir, cuando...
-Lexa...
Clarke se revolvió algo intranquila sobre las sábanas justo después de suspirar en sueños.
Una intensa sensación de calor inavadió por completo mi pecho al verla esbozar ligeramente una pequeña sonrisa somnolienta, aún con los ojos completamente cerrados.
Ay...
Amontone un par de libros sobre el escritorio justo antes de despejar aquella área de la habitación que compartía con Octavia. La chica parecía pasársela mejor con su novio que con nosotras... perdedora. Apague la luz de la mesita y me acomodé junto a Clarke en el colchón.
Comencé a besar su mejilla, luego su nariz, su oreja, ahora barbilla... Profirió un quejido, frunciendo el ceño con malestar, mientras se alejaba inconscientemente al otro lado de la cama de malas formas mientras se abrazaba a la almohada. La seguí, envolviendo su cintura entre mis brazos y plantándole un beso en la nuca. Pareció gustarle el contacto, ya que murmuró algo nuevamente y suspiró satisfecha entre sueños.
Tendría que preguntarle mañana qué demonios estaría soñando.
Xxx
Las bajas temperaturas comenzaban a congelarme el trasero allí fuera.
-Donde diablos se metió...-Suspiré con la paciencia que no poseía y unas cuántas nubecillas de vaho salieron de mi boca al exclamar una maldición.
Las frías calles de la ciudad permanecían en silencio mientras la oscura noche las cubría, aportándole una extensa capa de tenebrosas sombras. El frío comenzaba a tensar mis músculos, adueñándose de mi ropa y obligándome a esconder la mitad del rostro tras la bufanda.
Ajusté el agarre a la fina tela oscura que mantenía firmemente sujeta entre los bolsillos del anorak, impacientandome a cada segundo.
-Clarke.-Jhon saludó levemente, como si no llevará siglos esperándolo bajo las bajas temperaturas como una cretina.-Lindo gorro de lana.
-¿Se puede saber dónde demonios estabas...?
-Calmate, verificaba que todo fuera viento en popa.
-¿Y como por qué yo tenía que esperar a que hicieras tu mugre trabajo bajo la maldita nieve?
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La Delincuente Perfecta
RandomA los 19 años de edad, Lexa Woods, hija de reconocidos padres en el mundo de la moda, y dueña de sobresalientes en la facultad de Derecho. Se verá envuelta en una escalofriante situación. Y es que la aparición de cierta rubia la hará conocer lo mas...