La sala de emergencia se mantenía llena, dificultandonles el paso a los doctores y estudiantes de medicina que iban de un lado a otro, normalmente el revulicio de personas era mayor y ruidoso.
-¡Abran paso! ¡Paciente no responde, sin pulso!
Los paramédicos cruzaban la sala de emergencia con urgencia y desespero.
-¿Que le ocurrió?
La cirujana preguntó colocándose el estetoscopio que mantenía alrededor de su cuello para examinar los sonidos de la joven niña que yacía sobre la camilla.
-Paro cardiaco, doctora.-Uno de los paramédicos explicó.
-Llevenla inmediatamente al área quirúrgica ¡Ahora!
La doctora se dirigió al área quirúrgica con el debido procedimiento de higiene e indumentaria.
-¡Empieza la RCP!-La doctora tomo rápidamente el pecho de la pequeña con sus manos, comenzando a estimularla con firmeza.-¡Uno, dos, tres! No responde... Uno, dos, tres, cuatro... Sin respuesta.
Con rapidez tomo el equipo de reanimación, colocandolo sobre el pecho de la niña.
-¡Alejense del paciente!-Les ordeno.
Un pequeño choque eléctrico se extendió por el pecho de la niña pero no hubo respuesta.
-¡Maldición!-La doctora volvió a reanimar el pecho se la niña con fuerza y rapidez.-Uno, dos, tres... No responde...
-Lo siento, doctora.-Una de las enfermeras expreso.
-No... Uno, dos, tres...
-Basta, no se puede hacer nada.-Exclamó el cirujano colocando una mano en el hombro de la joven pero está lo ignoro.
-Uno, dos, tres...
-¡Ya, basta Clarke!-Finn la alejo de la pequeña, llevándola fuera casi a rastras.
Finn intento abrazarla pero esta se alejo del chico, saliendo de la sala de reanimación mientras se quitaba el gorro con las mejillas humedecidas.
Fuera de la gran clínica, la doctora se dirigió hacia una de las aceras, sentándome mientras sentía varias lágrimas bajar por sus mejillas.
En un acto de costumbre, tomo el teléfono y marco el familiar número.
Un tono.
Dos tonos.
-¿Bueno?
Ahí estaba, su voz.
-No he podido hacerlo, lo siento tanto.-Sollozó, sintiendo como el nudo en la garganta apretaba más fuerte.-Lo siento tanto...
-Hey, tranquila... No fue tu culpa ¿De acuerdo? Estoy segura de que hiciste lo que pudiste.
-No.-Nego varias veces con los ojos humedecidos.-Pude hacer más, claro que podía hacer más.
-Clarke... Siempre haces lo que está en tu mano, no seas injusta contigo misma.
Habían mantenido aquella conversación durante el suficiente tiempo como para saber que lo que daba por sentado era cierto.
-Era una niña, solo una niña...-Sollozo.
-Cariño, ya estoy saliendo para allá ¿De acuerdo?
-No vengas, será mejor que...
-Shh estaré allí enseguida, te amo.-No dejó que contestara y colgó.
La doctora examinó durante unos segundos sus guantes, arrancandolos con rabia mientras continuaba en el mismo lugar.
Unos minutos más tarde, una camioneta negra era estacionada en frente de la gran clínica.
El corazón de la doctora se encogio al reconocer la placa, las lágrimas continuaron cayendo, ahora con más velocidad al ver a la chica salir de la camioneta con rapidez, dirigiéndome hacia ella haciendole casi pucheros.
Siempre habia sido así, siempre que una lloraba la otra lo hacía más atrás.
-No debiste venir aquí, Lexa.-Clarke se incorporó dejando que la otra chica la envolviera entre sus brazos con fuerza.
-Lo siento mucho, mi amor.-Susurró contra su cuello.-Te traje una sorpresa.-Antes de decir cualquier cosa, la puerta trasera de la camioneta se abrió se par en par.
-¡Mamá!-Una pequeña niña de aproximadamente cinco años corría hacia los brazos de Clarke.
-¡Marcella! ¿Cómo te deshiciste del cinturón de seguridad?-Preguntó la abogada.
-Lo siento, mami.-La pequeña bajo la mirada, sus ojos verdes observaban el suelo.
-Esta bien, ven y dale un beso a tu mamá.-La tranquilizó ella.
La pequeña corrió y fue abrazada fuertemente entre los brazos de la rubia, quien se encontraba un poco mejor desde que había salido de la clínica.
-Siento que hayan tenido que venir hasta aquí por mi culpa.-Se disculpo la doctora.
-Vas a llamar cada vez que lo necesites y si lo haces treinta veces, treinta veces estaré aquí si es necesario.
La doctora la observó fijamente con su hija en brazos, su castaño cabello le hacía cosquillas en la mejilla.
-No tienes idea de lo enamorada que estoy de ti.-Sonrió.
-Tal vez si.-Murmuró.
-Mama ¿Vamos a casa?-Preguntó la pequeña.
-Mas tarde, hija.-Contestó Lexa.-Sabes que tú mamá tiene que trabajar.
-De acuerdo.-Hizo pucheros.
-Hey, estaré tan pronto como pueda en casa, jugaremos al policía y ladron cómo tanto te gusta.-Le guiño un ojo y Lexa bufo con descontento.
-¡Yo soy el ladrón!-Exclamó la pequeña con una sonrisa gigantesca.
-¿Que? Ugh bueno.-Aceptó dejándole un sonido beso en la mejilla.-¿Y tú?-Se dirigió hacia su esposa.-¿Que quieres ser?
-La parte importante que siempre va a faltarte.
Fin.
***
Espero les haya gustado el final de esta historia. Se que los últimos caps estuvieron algo apresurados y faltaron algunos desarrollos de personajes pero tuve que acelerar el final de la historia porque sentia que necesitaba terminarla.
Si les gusto la historia me gustaría que colocarán sus opiniones por aquí y si no también, quisiera que me hagan saber si les gusto tanto como a mí me gustó escribirla.
Sus personajes favoritos los menos favoritos, interacciones o algún acontecimiento que les haya o no gustado de la historia.
Si están interesados en leer una historia clexa completamente diferente a esta, puedes ir a mi perfil y ver la historia nueva que estuve escribiendo mucho antes de esta pero que ahora me siento un poco libre para escribir.
Tambien quisiera agradecerles por las vistas y los votos que tuvo, los comentarios y el apoyo❤️❤️❤️
Hasta que nos volvamos a leer.🥺
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La Delincuente Perfecta
RandomA los 19 años de edad, Lexa Woods, hija de reconocidos padres en el mundo de la moda, y dueña de sobresalientes en la facultad de Derecho. Se verá envuelta en una escalofriante situación. Y es que la aparición de cierta rubia la hará conocer lo mas...