Bajo la lluvia, las palabras salen

18 5 8
                                    

~27~

=Vicente=

Arruinar las cosas, es mi don natural, algún día debía aprender a utilizar ese gran toque mío.

El silencio inundaba el ático mientras el viejo Barty está frente de mí buscando una caja como si su vida dependiera de ello, ¿cómo pude terminar en esta situación?

=Vicente= (15 minutos atrás)

-Vicente... cállate- me dijo entre dientes Cecilia, pero yo estaba muy ocupado retando a Barty con la mirada, mientras él estaba tan rojo como las fresas de la ensalada que había preparado la esposa de mi tío.

Pasaron unos cuantos minutos en completo silencio, bueno, casi completo silencio, el hijo de mi tío estaba jugando con la comida, y Bianca lo admiraba con envidia. Ella quería volver a ser una pequeña bebé para jugar con la comida de esa manera.

PAM

Todos dieron un pequeño brinco en su silla. Barty volvió a pegarle a la mesa.

-Cecil, hija mía, permíteme pasar a tu ático- dijo tranquilamente aquel anciano. Cecilia estaba tan asustada que sólo asintió con rapidez- muchas gracias, cariño.

-No hay de qué papá, esta casa es mía, pero más tuya- contestó Cecilia inclinando la cabeza cuando Barty se levantó de la mesa, y me di cuenta de que todos los adultos habían hecho lo mismo.

-Y tú...-dijo mientras me seguía viendo como si quisiera despedazarme aquí mismo, pero su tono de voz parecía calmado- sígueme- finalizó. Eso sí dio miedo, di un grueso trago ¿no se podrá salir corriendo?

El anciano me llevó hasta el ático, el lugar donde de niño me gustaba pasar el tiempo, porque ahí había de todo, desde vestidos de gala viejos, hasta fotos de cuando Barty era pequeño. Y eso que en su época de bebé apenas y se había inventado el fuego.

No había estado en el ático desde hacía años, cuando pasé a secundaria. La razón fue porque Cecilia me lo prohibió, nuevamente por su miedo de ser parte de una película de terror.

=Vicente=(actualidad)

Llevábamos aquí ya más de diez minutos aquí, y parecía que Barty no encontraba lo que quería.

-No te desesperes muchacho, encontraré lo que necesito cuando tú entiendas que el tiempo que tardemos aquí no será un desperdicio, lo que te enseñaré será más productivo que todo lo que haz hecho en tu adolescencia- me dijo con calma.

-No me subestimes anciano, me la he pasado bien, siendo uno más de ese montón al que tú no entenderías ni aunque lo intentaras- me burlé.

-Tienes razón, no entendería lo que es ser un inútil que ni siquiera se levanta de su cama para luchar por quien ama- me culpó.

-Pero al menos recapacité, y ahora busco luchar, no como quien por un golpecito lo hizo retirarse, pero claramente entiendo, no es fácil seguir viviendo tú sólo cuando viste morir a tus contemporáneos, los dinosaurios, y ser utilizados como combustible ¿por eso eres la cara de una empresa de autos eléctricos?- me burlé.

Barty rio.

-Tienes razón muchacho inútil, prefiero cuidarme antes de quedar tieso como tus sueños de la infancia. ¿Sabes por qué te traje?- me preguntó con una extraña sonrisa en la cara, yo dudé- ¿acaso pones esa cara de desconfianza al verme sonreír, porque nunca me habías visto hacerlo?

-Es raro que uno sonría cerca de alguien que desprecia..

-No te desprecio, Vicente, te traje aquí por eso. Sólo escúchame, o no, no lo hagas, ve esto- dijo, y me entregó un pequeño cofre con el símbolo de la familia en un costado: el dragón dormido dentro de un castillo y un caballero alzando su espada en la punta del castillo.

T E M P E S T A D [✔] #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora