El ojo de la tormenta pt.2

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~17~

=Sofía=

Si él y yo somos una tempestad, podría decir que aquí y ahora, es el ojo de nuestra tormenta.

Él estaba ahí, después de haberme ignorado durante el rato que estuvo en mi casa, estaba ahí, en el marco de mi puerta, no lo entendía, no lo creía.

-...Adelante- dije en un susurro, me hice a un lado, y le di el paso.

Él caminó dirigiéndose hacia mi cama, donde se sentó y admiró todo lo que estaba a la vista.

La luz estaba apagada, pero una vez más, la luz de la luna hacía de las suyas.

-¿Cómo fue que te caíste?- cuestionó.

Mi caída... Fue muy vergonzosa ¿cómo le explico que me caí intentando pasar desapercibida?

-No tienes que preocuparte...- le dije evitando la pregunta.

-No tengo, pero aún así lo hago: me preocupo -contesta mientras deja de analizar mi habitación para verme a mí- así que repito: ¿cómo te caíste?

Por alguna extraña razón, sentía que no podía mentirle, porque él iba a saber si lo hacía o no, ¿tengo otra opción? ¿acaso correr y saltar por la ventana era una opción?... Parece una buena idea comparada con decirle la vergonzosa verdad.

-Me resbalé al pisar los pinceles que están ahí, intenté evitar la caída sosteniéndome de la esquina de mi escritorio, pero fue imposible: sólo me había sostenido de unas libretas mal puestas, y así fue como me caí- finalicé.

Él estaba tratando de que no se notara que intentaba no reírse, pero era demasiado obvio.

-Debió ser una caída dramática- dijo aguantándose la risa.

-Lo fue...

Al volver a recordar el que creí un exageradamente trágico momento, me di cuenta que no era más que una gran anécdota para reír cuando estuviera triste, como mi mamá siempre dice: "es mejor reírse de las desgracias propias a que ellas te carcoman". Esta era una de esas desgracias de las que verdaderamente se podía reír. 

Comencé a reír, a carcajadas, él me miró con sorpresa, pero después me acompañó riéndose conmigo, de mí. 

Minutos después, dejamos de reír, pero no voy a negar, que fue un gran momento, sólo risas provocadas por mi desgracia, cuando dejamos de reír, él volvió a analizar mi cuarto, y vio lo que menos quería que viera.

-Es hermoso- dijo al reconocer el cuadro que había pintado hace pocas horas.

-Sí...- contesté.

-Creí que el dibujo que me diste fue lo que habías hecho.

-Bueno, era una sorpresa, hace días, me dijiste que querías un regalo de mi parte... así que, mi regalo era eso- confesé, y tomé el dibujo que había hecho con acuarelas para luego dárselo.

Él estaba sorprendido, realmente creyó que el que le había dado era todo.

-¡¿E...En serio me lo regalarás?!- dijo sin poder contener la emoción.

-Como te dije hace rato: eres tú, ¿por qué no dártelo? 

Él seguía sin creerlo, él admiraba su dibujo y en sus ojos se notaba lo mucho que le había gustado.

T E M P E S T A D [✔] #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora