El final de la tempestad

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~35~

=Vicente=

Sofía estaba deshecha, no había día en que fingiera estar bien, o satisfecha con la idea de mi partida. Ambos estábamos rotos, y lo único que nos reparaba era la compañía del otro. Gracioso ¿no? Que nuestra única cura sea el otro, y nuestra separación la causa de la herida.

Pasamos hasta el último segundo. Nos atrevimos a luchar en contra del tiempo, rogamos para que se detuviera, y nos permitiera vivir una eternidad juntos, sin embargo, el tiempo no es el amigo del hombre, y por mucho que lucháramos, lo único que logramos fue hacer cada momento eterno, en nuestra memoria.

Los segundos pasaban con lentitud, y cada segundo a su lado era extremadamente especial.

Conocimos todo uno del otro, desde nuestra familia hasta nuestro hogar. Parecía una niña pequeña cuando la presenté a los Mondragón como la chica por la que regresaría.

-Es linda -dijo Barty cuando la vio por primera vez. Él estaba orgulloso de saber que tenía fijada la vista en mis sueños, y en una sola mujer, detestaba la idea de un mujeriego en la familia.

Cecilia estaba tan feliz por lo que logré gracias a Mi relámpago, ella realmente me iluminó la oscura vida.

Entre mi castaña y yo ya no había secretos, éramos almas desnudas, libros abiertos, éramos cualquier metáfora que explicara bien nuestra situación.

-No me fío de ti, Vicente -dijo Cecilia en una tarde de viernes.

-No quemaré la casa, no prepararé trampas que cumplan con tu pesadilla de terror, y no haré una fiesta escandalosa, simplemente voy a estar con Sofía -confesé.

Omar estaba de visita en su país natal, con su familia, y Cecilia estaría en un campamento de tres días con Bianca, invité a Sofía, y la casa sería enteramente nuestra.

-No me fío de ti, pero sí de mi dulce y agradable Sofi -dijo en un tono muy dulce, realmente la pelinegra amaba a Mi relámpago, y no era la única, Bianca llevaba abrazando a la castaña desde que llegó.

-Cuidaremos bien de la casa -contestó emocionada.

Era todo un fin de semana con ella, como si viviéramos juntos, otra meta más por cumplir a la lista.

No me gustaba la idea de separarme de ella, por eso, esa noche, en mi habitación (ella era la primera chica, fuera de mi familia y de Diana, en entrar en mi habitación, y pasar más de 10 minutos dentro. Ella se estaba robando todas mis primeras veces, y se siente demasiado bien) le pedí que me acompañara.

-Lo pensé -admitió en la penumbra, pero llevaba tiempo escondiendo algo, no sabía bien qué era, pero sabía que mentía cada vez que hablaba de su profesión de ensueño -la hermana de mi mamá vive allá, junto con su esposo, y ambos son promotores muy influyentes del arte, me iría bien.

-Corea es un muy buen lugar para tu arte -traté de convencerla.

­­-¿Tu sabes coreano? -preguntó burlona, sabía a lo que se refería, ella no deseaba ir a un país sin conocer ni su lengua.

-Por si no sabías, tengo ascendencia coreana, los abuelos de mi papá lo fueron, de lado de mi mamá, mi abuela también lo es, Barty es de aquí ¿o de España?... ¡Debiste haberlo notado! -me quejé.

-¿Acaso crees que me fijo en los rasgos o de dónde son las personas? Además, no te creo, tú no tienes cara de serlo.

Yo reí, nuevamente, era la primera vez que no me decían que parecía asiático, Marina y Carlos lo hicieron, Ramiro... también Simon, ella era preocupantemente distraída.

T E M P E S T A D [✔] #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora