- ¡¿En qué momento de te ocurre hacer eso?! - dije entre risas.
- No lo sé, me he imaginado su cara y lo demás ha ocurrido solo, la verdad es que ha sido más gracioso de lo que esperaba.
Su risa no cesaba, creo que era la primera vez que le oía reír a carcajadas, hasta su risa era formal y masculina.
Me dolía la barriga de tanto reírme, mi mano se posó allí y miré al frente.
- ¿A dónde vamos?
- ¿Te gusta el chocolate?
- Sí.
- Vamos a un sitio especial en el que nos darán chocolate gratis.
- Entonces me apunto.
- ¿Sabes? Nunca pongo música en el coche por si no te gusta.
Le miré sonriente, esto era nuevo, ¿acaso me estaba contando algo de él?
- Prueba.
- No te esperes gran cosa, me gusta ir tranquilo, pon música. - dijo pulsando la pantalla táctil.
- De acuerdo, pongo tu playlist de Spotify. - dijo el coche.
Y la primera canción empezó, melodía lenta, sabía qué canción era, me gustaba aunque era bastante triste la letra, hablando de desamor.
- ¿Qué te parece? ¿La quito?
- No, déjala, me gusta.
Sus manos volvieron al volante y pude ver una pequeña sonrisa en su rostro.
Acabamos aparcando en medio de la calle, el cielo estaba oscuro y tenía pinta de que iba a llover, pero los dos ignoramos ese pequeño detalle y salimos del coche.
- ¿Por donde vamos?
- Por aquí.
Entrelacé el brazo con el suyo y, aunque lo había echo sin pensar, le miré de reojo a ver si le incomodaba, pero no daba señales de ello, así que seguí así, caminando a su lado.
- ¿No va a llevarte mañana a tu casa? - dijo mientras nos adentrabamos en las calles.
- No, iré en autobús.
- Puedo llevarte yo si quieres.
- No lo veo adecuado, estamos aún conociéndonos.
- Somos amigos.
- Sí, pero no llevamos demasiado tiempo hablando.
- Es que no tengo móvil.
Le miré con el ceño fruncido y negué con la cabeza.
- No me refiero a eso, nos conocemos de apenas tres días.
- Se han formado matrimonios con menos.
- ¿Es una propuesta? - dije alzando las cejas, bromeando.
Él se rió y su mano se deslizó por mi brazo buscando mi mano. La cogió con fuerza y la sostuvo en alto.
- Sí, oh Hollywood, concédeme el honor de ser tu esposo, cásate conmigo.
- No, gracias. - dije sonriendo.
- ¿No?
- No.
- Me has roto el corazón.
- A todos nos pasa alguna vez.
Volvió a poner mi brazo con el suyo y caminamos como dos abuelos por las calles estrechas de allí. Esta vez sí me había traído ropa de abrigo, aunque no paraguas.
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Los Secretos De Nate
Romance*contenido +18, corres el peligro de enamorarte de personajes literarios* Si conocieras a Nate, el chico más popular de la universidad y por alguna razón él se interesara por ti ¿qué harías? Elisabeth no tiene una vida demasiado interesante, te aseg...