- Depende de con qué intenciones iba eso de despedirse de Bianca.
- Osea que sí.
Se acercó al coche y lo desbloqueo para poder entrar, yo lo rodeé con la intención de meterme de un portazo, no me di cuenta de que él me seguía por detrás hasta que acabé apoyada en el coche y con sus labios sobre los míos. Una de sus manos se enterró en mi pelo y su lengua se entrelazó con la mía, no pude evitar soltar un suspiro mientras notaba cómo su entrepierna se abultaba.
- No te pongas celosa. - me pidió.
- No me des motivos para estarlo. - le contesté.
- Te voy a quitar esos motivos para estar celosa.
Antes de poder procesar sus palabras, abrió la puerta de detrás y esperó a que entrase. Una vez que estuve dentro, dejé mi mochila en el copiloto mientras él entraba y cerraba la puerta. Sus manos fueron a mis pantalones y lo desabrocharon, tiró de ellos y me quedé en ropa interior. Vi cómo se arrodillaba en el suelo del coche, entre mis piernas, bajó lo que me quedaba de ropa y sin titubeo hundió la boca en mi entrepierna. Eché la cabeza atrás con un suspiro de placer al notar sus caricias en ese punto clave de mi anatomía.
Sus manos cogieron mis muslos y los pusieron encima de sus hombros, acariciando con sus manos mi cintura, mi abdomen, subiendo hasta uno de mis pechos, que lo liberó y estrujó mientras su lengua formaba círculos y líneas de arriba abajo, mis piernas empezaron a temblar, hacía demasiado que no tenía un orgasmo, hacía dos meses que no me tocaba nadie, ni siquiera yo, la sensación era abrumadora.
- ¡Nate, joder! - dije al borde del orgasmo.
Fue con más ansia y no pude evitar gemir cuando al fin caí en el orgasmo, me sujeté con una mano en el coche y con otra en la cabeza de Nate con cuidado.
- ¡Ah, sí, sí, Dios! - dije.
Nate se separó de mi entrepierna con una sonrisa sexy.
- Dime. - respondió.
Rodé los ojos ante su arrogancia y los dos nos reímos antes de que el coche dijera:
- Lo siento, no he encontrado "ah, sí, sí, Dios, Dime" por favor, repita de nuevo el comando que desee.
No pude evitar soltar una carcajada, igual que Nate, quién apoyó la frente en mi rodilla mientras nos reíamos.
- Cancelar. - dijo Nate.
Me senté bien en el asiento y Nate de levantó del suelo, su pelo se había despeinado por mi culpa y sus ojos estaban oscuros. Subió hasta mi boca y me besó profundamente, acariciando con sus manos mis muslos desnudos. Se separó poco después me sonrió.
- Oh Hollywood, qué mal me tienes.
Fruncí el ceño sin entender, pero antes de que pudiera responderme se sentó delante de mí y me ayudó a vestirme de nuevo. Me centré en ponerme la ropa y nos pusimos delante, él de piloto.
- Ahora sí podemos irnos. - dijo contento.
Me reí y asentí con la cabeza mientras salíamos de la pequeña zona de aparcamiento. Nate puso música que no conocía y después de dos canciones la paró.
- Perdona, Tony es el que últimamente conduce este coche.
- Ya decía yo, no te pega esta música.
- ¿Y cual me pega?
- La clásica. - dije sin pensar.
No pareció gustarle, me quedé esperando si decía algo, pero como no lo hacía hablé yo.
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Los Secretos De Nate
Roman d'amour*contenido +18, corres el peligro de enamorarte de personajes literarios* Si conocieras a Nate, el chico más popular de la universidad y por alguna razón él se interesara por ti ¿qué harías? Elisabeth no tiene una vida demasiado interesante, te aseg...