- ¿Elisabeth?
Me faltaba el aire, por eso tardé un segundo en contestar mientras trataba de no morirme.
- Sí, soy yo.
- Me alegro de oír tu voz.
- Y yo de oír la tuya.
Sonreí un poco al oír una risa suya al otro lado de la línea, pero Bárbara me señaló el palacio que se veía por la ventana del coche.
- ¿Qué tal? ¿Pasa algo?
- No pasa nada, bueno, de hecho... ¿Estás en casa?
- No, estoy en Suecia, ya sabes... La boda y eso.
- Ya, sí, lo sé me refiero a que si estás en tu casa, en el... Em... Palacio.
Me sentía un poco rara hablando de palacios. Mis dedos se retorcieron en mi camiseta con nerviosismo y Bárbara me animó, también el conductor.
- Eh... Sí, estoy en mi despacho, no es buen momento para el ciber sexo Hollywood...
- ¡No es eso! Yo... Bueno, nosotras, estamos fuera.
Mis mejillas ardían de la verguenza mientras el silencio se extendía entre nosotros. Oí algún chirrido y pasos, después su voz volvió.
- ¿Estás en el taxi?
- Sí, aquí estamos.
- No pensé que vinieras. - admitió sorprendido.
- Ni yo. - dije por lo bajini.
Hubo ub silencio en lo que lo único que se escuchó fue la respiración agitada de Bárbara mientras recogía todas nuestras cosas del taxi.
- Ahora salgo y os paso a buscar, quedaos allí.
No me dio tiempo a decir nada más antes de que colgara. Ayudé a Bárbara y salimos del taxi después de pagarle. Nos quedamos delante de los enormes jardines a la espera.
- ¿Te ha dicho que nos quedemos aquí?
- Sí, que pasaría a buscarnos.
- Ya habríamos llegado caminando.
- ¿Y si hay guardias que nos detienen? Esperemos a ver qué pasa, si no, le volveré a llamar.
Esperamos unos minutos más hasta que vimos aparecer uno de esos coches de golf por el jardín.
- ¿Es él? - preguntó Bárbara.
- Sí, es él.
Jamás olvidaría su silueta. Nate paró delante de nosotras y mi amiga puso las mochilas en el coche. Yo le miré, pero él no me devolvió la mirada.
- Hola. - nos saludó.
- Capullo, como que hola, ven aquí.
Bárbara se acercó y le rodeó con los brazos. Vi cómo Nate se relajaba y decidí que también se lo pondría fácil, porque la alternativa era mucho peor y no estábamos en situación de empezar con mal pie.
Cuando se separaron me acerqué yo, sacando una sonrisa lo más sincera que pude, a pesar de las circunstancias, me alegraba de verle. No le dije nada, solo le abracé con fuerza y su olor me inundó los sentidos como pasaba siempre. Acaricié su americana azul marino y apreté más cuando sus dedos subieron por mi espalda, pegándome más a él.
- Te he echado de menos. - le dije sin pensar.
- Y yo a ti.
Nos separamos con una sonrisa y sus ojos al fin se posaron en los míos, entre los dos flotaban tantas cosas que no dijimos... Pero decidí apartarlas, porque aún no era el momento y necesitábamos hablar.
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Los Secretos De Nate
Romance*contenido +18, corres el peligro de enamorarte de personajes literarios* Si conocieras a Nate, el chico más popular de la universidad y por alguna razón él se interesara por ti ¿qué harías? Elisabeth no tiene una vida demasiado interesante, te aseg...