POV. NATHANIEL
Noté cómo sus paredes calientes y resbaladizas se cerraban en mi miembro. Nunca en mi vida había experimentado lo que era entrar en alguien sin nada de protección, esto era algo nuevo, terrorífico pero tan placentero que me obligó a cerrar los ojos y soltar un gruñido des de mi garganta.
Sujeté las caderas de Elisabeth con fuerza para evitar que se moviera, no podía... No sin protección.
- Espera... No tengo...
Mierda, mierda, mierda, debería de haber sabido que no podría resistirme a ella. Siguió moviéndose, trazando círculos y brincando sobre mí, sus gemidos inundaron todos mis sentidos y fueron descargas de placer que acabaron directamente en mi polla, demasiado dura como para parar.
Abrí los ojos y las vistas... Joder, era tan espectacular verla gozar, sus ojos entrecerrados, su boca ligeramente abierta por donde se escapaban los jadeos de placer y sus labios. Me tenía totalmente ido, sabía des del primer momento que ella me tenía a sus pies sin saberlo y era tan desesperante, la necesidad de controlar ese sentimiento fue la razón por la que me acerqué a ella.
Mis manos iban solas, como siempre que ella estaba cerca, acaricié su piel desnuda y pasé los dedos por debajo de su sujetador, pellizqué sus pezones y vi la reacción que tuvo a eso, vi cómo su espalda se encorvó hacia mí, noté sus paredes cerrándose con más fuerza en mí y entonces me levanté de golpe, salí de ella cuando noté el latigazo de placer llegar.
Lo que no me esperaba era ver cómo ella se arrodillaba y se metía mi miembro en la boca.
- Joder... - gruñí.
Me corrí dentro de ella, mientras su mano me masturbaba con delicadeza y su lengua recorría mi glande mientras expulsaba todo en su boca. Mi mano se enterró en su pelo y me doblé de placer cuando siguió moviendo su lengua.
- Ya, ya, dios.
La aparté de mí, no me gustaba verla arrodillada ante mí, así que bajé con ella, que tenía una sonrisa en la cara.
- ¿Te ha gustado? - me preguntó.
- Por supuesto, ha sido increíble, pero no volveremos a hacerlo sin condon.
- No podía aguantarme. - dijo.
Observé sus ojos, sus pestañas largas y acaricié la peca que tenía debajo del ojo izquierdo.
No pude evitarlo, volví a besarla, fue un beso bonito, nada fogoso, solo una manera de confesarle mis sentimientos sin decirlo en voz alta.
Nos vestimos y salimos de nuevo a la fiesta, nadie se había percatado de nuestra ausencia, Bárbara seguía en la escalera con ese tío. No me separé tanto de ella esta vez, me hubiera gustado poder demostrarles a todos los chicos que la deseaban que solo yo podía besarla y tocarla.
Me había vuelto loco ver a ese intento de persona coquetear con ella en la cocina. Por suerte su amigo sabía quién era yo, porque de haberme desafiado más, las cosas habrían acabado muy mal. No solía pelearme, no hacía falta, mi simple presencia ya enmudecía a todos y eso me gustaba, era algo satisfactorio, además de tener a todas las chicas queriendo llamar mi atención. Pero sabía que Elisabeth era distinta.
Había hecho todo lo posible por que nuestroa caminos se encontrasen, claro que ella nunca lo sabría. Siempre he tenido secretos, nunca nada ha surgido de forma aleatoria, toso lo tengo planeado, siempre con un as bajo la manga, siempre con algún secreto.
Ahora ella está conmigo, al fin, no iba a ser de otra manera, Mark no la valoraba y ella tampoco estaba enamorada de él, solo hizo falta una pizca de mi magia para que se dieran cuenta: ella de que Mark era un capullo y él de que había perdido a lo mejor que tenía.
Pero la vida era así.
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Los Secretos De Nate
Dragoste*contenido +18, corres el peligro de enamorarte de personajes literarios* Si conocieras a Nate, el chico más popular de la universidad y por alguna razón él se interesara por ti ¿qué harías? Elisabeth no tiene una vida demasiado interesante, te aseg...