Capítulo 48

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*UN AÑO DESPUÉS*

Sonreí al notar cómo sus dedos acariciaban mi brazo.

- Me haces cosquillas.

- Pues despiertate ya. - se quejó.

Me giré en la cama y le miré, tenía los ojos cansados de tanto trabajar. Aparté la fina sábana que me envolvía, hacía mucha calor, Nate sabía que no soportaba el frío, por eso siempre ordenaba a los criados que el palacio estuviera a una temperatura más o menos como la del infierno.

- ¿Has dormido poco? - dije pasando los pulgares por sus ojeras.

- Tú me dejaste sin dormir. - contestó sonriendo.

- Bueno, esta noche te dejaré dormir.

- No, por favor.

Su boca besó mi cuello y yo reí hasta que se puso encima de mí y su mano se coló entre mis piernas, masajeando allí donde me hacía vibrar. Gemí en su oído mientras notaba cómo su dureza se apretaba en sus pantalones.

- Siempre tengo ganas de ti. - me dijo al oído.

- ¿Incluso embarazada?

Besó mi barriga aún sin volumen y me miró.

- Por supuesto, mi reina.

Sonreí hasta que enterró la boca en mí y entonces toqué el cielo gracias a él, como todos los días. Hacía poco que había accedido a vivir en palacio, pero des de entonces no parabamos de follar en cualquier sitio, incluso en el desayuno, ordenaba a todos los criados que se fueran para poder untarme de lo que fuera que comieramos y empujarme con fuerza sobre la mesa.

Era tan feliz que no me lo creía.

Isaac había venido conmigo a vivir a palacio, ahora que Winnie y él habían roto, ya no le quedaba casi ninguna atadura en Australia. Yo era ahora la reina, aunque por las mañanas trabajaba de dentista unas horas, cuando podía. Bárbara también estaba casi siempre con nosotros y los anteriores reyes se pasaban casi todo el año de viaje, así que no había problemas.

- Te amo. - me dijo Nate cuando acabó en mi interior.

- Yo más.

Vi mi anillo de diamantes en mi dedo y sonreí, de verdad que era la persona más feliz del mundo.

Salí de la habitación con una bata blanca y caminé por el palacio con mis zapatillas. Fui al comedor y cogí algo de comer, caminé por los pasillos infinitos y entré en la biblioteca, donde solía pasar mi tiempo.

Vi que Isaac estaba jugando con el hijo del vizconde, que no vivían muy lejos de aquí y que en una fiesta se habían caído bien. Sonreí y suspiré, enterrandome en la historia que tenía entre mis manos.

Mi hermano estaba muy guapo y Victoria, la hermana de Nate, también, ahora ella tenía quince años y me daba un poco de miedo que vivieran juntos, había visto alguna que otra miradita entre ellos, aunque Isaac me aseguraba que entre ellos no había nada y que era una niña demasiado recta y formal, que no le gustaba.

Prefería que no estuvieran juntos, pero si se querían tampoco lo iba a impedir.

Pero eso era otra historia.

Los Secretos De NateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora