Capítulo 39

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Era jueves, un jueves normal, o al menos eso quise meterme en la cabeza, pero era difícil cuando absolutamente todos en la universidad hablaban sobre Nate y su boda. Él se había graduado tres meses antes gracias a... Joder, a que la universidad era suya.

Mi hermano se había ido a Europa con el colegio esa misma mañana, en la que Bárbara se había tomado la molestia de llevarme en coche a despedirme de él y después a llevarnos de nuevo al campus. Aquí estábamos, en el coche mientras yo miraba por la ventana de forma melancólica. Mi amiga a mi lado cantaba la canción que sonaba con alegría.

- ¿Podrías alegrar la cara? - me pidió.

- Lo intento con todas mis fuerzas.

- Pues pocas te quedan.

- Exactamente.

- No te preocupes más por eso, si quieres, podemos ir a buscar...

- No.

Suspiró y yo me hundí más en mi asiento, perdiendome en las figuras borrosas que se veían a los lados. Bárbara me había insistido que fuese a Suecia a hablar con Nate, pero yo no iba a hacerlo, por mucho que quisiera.

Pero al parecer, no tenía opción, pues cuando me quise dar cuenta, Bárbara se había pasado la universidad hacía diez minutos y ni me había enterado.

- Creo que te has pasado.

- Me he pasado.

- Quiero llegar al campus, por favor ves con cuidado.

Me masajeé las sienes y mi amiga bajó la música para hablar.

- Es que no vamos a la universidad.

- ¿Y a dónde...?

La miré alarmada y ese silencio entre nosotras me confirmó sus intenciones.

- ¡Bárbara! ¡Da la vuelta!

- Nop.

- ¡Te voy a matar como no des la vuelta!

Mis nervios estaban disparados y miraba la carretera como si un trailer estuviera delante de nosotras a punto de atropellarnos.

- Entonces no tendrás quién te lleve de vuelta, no sabes conducir, abre la guantera.

La miré con enfado y abrí la guantera, dentro estaba la carta que Nate me había dado, con los dos billetes de avión y las invitaciones de la boda. Me quedé sin aire.

- No, no, no...

- Sí, sí, sí... - dijo mi amiga contenta.

Me pasé las manos por el pelo y subí el aire acondicionado, ya hacía mucha calor como para hiperventilar de esta forma...

- Bárbara, por favor.

- Nop.

- ¡Joder, da la puta vuelta! ¡Tienes que respetar mis opiniones, no siempre puedes salirte con la tuya...!

Ella alargó la mano y subió la música hasta que mis gritos quedaron ahogados. Ella siguió conduciendo y yo me enfadé tanto que probablemente me puse roja, pero me hundí en el asiento mirando la carta de Nate.

Llegamos al aeropuerto veinte minutos después y mi amiga aparcó y apagó el coche.

- Míralo así: nos vamos de vacaciones juntas.

- Esto no tiene ni puñetera gracia.

- Joder Beth ¡pelea un poco por lo que quieres! No dejes esto por que sea difícil.

Los Secretos De NateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora