Capítulo 13

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- ¿En qué momento se te ocurrió que era buena idea ir hasta la estación de tren caminando?

- Siempre me ha parecido buena idea.

- Sí, que te encuentren muerta en medio de la nada es un plan perfecto.

- No exageres.

Intenté quitarle importancia, pero la verdad es que tenía razón y yo ya lo había pensado, pero eran las consecuencias de no tener nada de dinero de sobra.

- Que no exagere, dice...

- Bueno, no te pongas así, no pasa nada.

- Si no fueses tú, te mataba.

¿Qué se supone que significa eso? Le miré extrañada, pero él estaba en otro mundo, probablemente imaginándose cómo sería abofetearme sin parar. Sí, lo admitía, había sido una imprudencia ir caminando yo sola, pero tampoco tenía porqué pasar nada, la verdad es que apenas había coches.

Igualmente, me alegraba que se hubieran topado conmigo, los pies empezaban a doler y estaba casi segura de que en el tren no podría sentarme. El trayecto duraría dos horas o más hasta llegar a casa.

- Oye tio ¿puedo poner algo de música? - preguntó uno de atrás.

- No. - le contestó Nate con seriedad.

El chico suspiró, molesto. No se palpaba buen ambiente en este coche, estaba deseando salir cuanto antes.

- Déjame en la estación de trenes. - le dije a Nate.

- Sí, a partir de ahora yo te llevaré, o pídeselo a Bárbara, pero no vas a ir caminando.

No quería discutir con él, entendía que se preocupase, pero eso de mandarme qué hacer era exagerado. Cerré la boca y miré por la ventana, se estaba pasando un poco respecto sl límite de velocidad, algo que me hizo agarrar con fuerza allá donde pillara.

Intenté contar las señales de tráfico para distraerme, no me gustaba la velocidad exagerada en los coches. Pero iba tan rápido que a veces me saltaba algunas cosa que me ponía más nerviosa. Mi corazón se aceleraba por momentos, mi mente me repetía que no podía hacee una escena, que sus amigos me llamarían rara, que me controlase.

- Ves más despacio. - le pedí desesperada.

No pude evitarlo, las palabras salieron solas. Él me miró con el ceño fruncido, pero me hizo caso al ver mi cara de pánico.

- No le gusta la velocidad a la princesa. - se mofó el de atrás.

Nate le dirigió una mirada cabreada, me dio igual, mi corazón volvió a sus pulsaciones normales y no tardamos más de dos minutos en llegar a la estación. Aparcó mal en frente del edificio y salí sin decir nada. Cerré la puerta de un portazo, la calle estaba bastante transitada, persona esperando al tren.

- ¡Espera! - oí por detrás.

- No te molesto más. - le respondí.

Los pasos de Nate me siguieron de cerca, sin dejarme subir las escaleras. Me cogió del brazo y yo me giré.

- No seas tonta.

- No lo soy, no eres mi chófer y ojalá pudiera pagarte la gasolina, pero me averguenza no poder hacerlo.

- No te averguences de nada.

- Para ti es muy fácil decirlo.

Estaba un poco con las emociones a flor de piel, quería dejar de hablar, pero las palabras salían solas.

- Entiendo que no es lo mismo, pero escúchame, yo también me averguenzo de mí, de tener tanto.

- No voy a ser tu proyecto benéfico si es eso lo que pretendes.

Los Secretos De NateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora