No había tenido demasiado sexo en mi vida, la primera vez que lo hice fue por pura curiosidad a los quince años. Llevaba toda mi vida viendo series de cotilleos, todo ficción, pero entonces yo no lo sabía. En la televisión daban a entender que el sexo puede mantener una relación por muy mal que esté la pareja, pero eso es mentira y lo descubrí por las malas.
Pero esto, él, no era solo sexo. Nunca saben dónde tocar ni dónde hacerte temblar, pero Nate, este chico me hizo tocar el techo de la habitación.
- ¿Estás segura? - me dijo entre besos.
- Joder, sí.
Apartó los mechones de pelo del cuello y mordió allí donde pilló, mi piel se puso de gallina, seguía teniendo la parte de abajo puesta, pero no la de arriba.
- No sabes cuántas veces he fantaseado con esto. - me susurró, mientras besaba mi cuerpo.
Pasó las manos por mi cintura y cogió con su boca uno de mis pezones, a lo que yo vibré entera, necesitaba más.
- Por favor. - supliqué.
Me sonrió coqueto por mi impaciencia y no apartó la mirada cuando echó a un lado mi ropa interior. Su dedo abrió mis labios y masajeó mi clitoris con calma. Yo cerré los ojos y disfruté del placer, algo que le dio tiempo para volver a chupar, morder y besar mi cuerpo.
Su mano derecha estaba en mi entrepierna y la izquierda en mi cuello, con su dedo pulgar acariciando mis labios mientras yo soltaba leves suspiros de placer, me gustaba cómo me tocaba, me estaba gustando mucho.
- No llegues al orgasmo aún, por favor.
- Pues para. - dije en medio de un viaje astral.
Se detuvo e introdujo un dedo en mi interior, hacia mucho que no entraba nada ahí dentro, después otro, a lo que sí reaccioné.
- Has de acostumbrarte o te haré daño. - explicó mientras me besaba por el abdomen, bajando.
Le detuve entonces, inquieta.
- No. - dije.
- ¿Pasa algo? - me preguntó mirándome.
- Es que... Hace unos días que no me depilo.
El verano había terminado hacía unas semanas, las lluvias eran algo normal y no veía el porqué de depilarme la entrepierna si no era por mi propia comodidad, pero no me había depilado en unos días y mi bello ya estaba un poco largo.
Me sonrió y subió a besarme la boca mientras su dedo volvía a darme placer. Acabó el beso para decirme:
- Me da igual que estés depilada o no, Elisabeth.
Le veía tan correcto que no estar depilada lo había tomado como un problema, pero al parecer no. Asentí y me dejé llevar, si no era un problema para él, mucho menos para mí.
Volvió a bajar con lentitud, esta vez bajando consigo mi ropa interior. Tenía buenas vistas de cómo sus músculos se tensaban mientras me quitaba la única prenda de ropa que me quedaba. Estaba expuesta ante él y probablemente tenía la entrepierna como las cataratas del Niagara.
Dos dedos volvieron a introducirse en mi interior y arqueé la espalda, él los movió y noté que su otra mano me abría las piernas todo lo posible, abriéndome a él. Su lengua entonces acarició esa zona sensible y di un espasmo, mucho tiempo sin acción.
- Relájate. - dijo antes de volver a pasar la lengua, una y otra vez, arriba y abajo y de lado a lado.
Me cogí a las sábanas con fuerza, sus dedos seguían moviéndose en mi interior y el placer aumentaba por segundos, demasiado, demasiado.
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Los Secretos De Nate
Romance*contenido +18, corres el peligro de enamorarte de personajes literarios* Si conocieras a Nate, el chico más popular de la universidad y por alguna razón él se interesara por ti ¿qué harías? Elisabeth no tiene una vida demasiado interesante, te aseg...