Capítulo 18

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Sentía que en cualquier momento iba a vomitar, estaba nerviosa aunque no quería admitirlo y llevar este vestido tan bonito no ayudaba a mis nervios.

Cinco minutos faltaban para las ocho, supongo que él llegaría más tarde, ya que últimamente llegaba tarde a todos lados, pero por si acaso, ya estaba quitándome los rulos improvisados con calcetines que me había hecho. Me quedó sorprendentemente bien, aunque sabía que no me duraría demasiado, mi pelo era demasiado lacio como para aguantar un rizo sin dos kilos de laca.

Volví a mirarme en el espejo otra vez, comprobando que todo estaba en orden, oh, qué vestido más bonito.

Picaron a la puerta entonces y yo casi me desmayo. Podía con ello, solo era Nate, mi amigo que quería ir a cenar conmigo, nada más.

Respiré hondo y me acerqué a la puerta, abrí de un empujón, Nate estaba vestido con una camisa negra y pantalones del mismo color. Sus ojos se pasearon por mi cuerpo y entonces me arrepentí de haberme puesto el vestido.

- Gracias por el vestido. - le dije.

- Estás espectacular.

Parecía que lo decía en serio, pero siempre me lo han dicho con sarcasmo, así que era raro de oír. Le sonreí con amabilidad, no sabía qué hacer, pero la cosa se puso más incómoda cuando de su espalda sacó un ramo de flores.

- Para ti.

- Joder. - dije sorprendida.

Él se rio y me lo tendió, a lo que yo lo cogí, eran muy bonitas, tenían todos los colores y habían flores muy variadas, no eran las típicas rosas rojas.

- Imaginaba que tu reacción sería esa. - me dijo.

- Perdona, me gustan mucho, es solo que nunca me habían regalado flores.

A no ser que contemos que en el funeral de mi padre alguien me dio una flor de un ramo.

- ¿Vamos? - me dijo.

- Sí.

Dejé el ramo encima de mi escritorio vacío y cogí mi móvil, que estaba cargando. Salí de la habitación y cerré la puerta. Rezaba para que no se comportarse distinto, necesitaba normalidad para no acabar en un ataque de pánico.

Entrelacé mi brazo con el suyo y bajamos por las escaleras en dirección al parking. Apenas nos cruzamos con gente, cosa que agradecí enormemente, no quería llamar la atención en exceso.

- Parece que quieras salir corriendo hasta el coche. - dijo Nate.

- Si a ti no te importa hacerlo, a mí tampoco.

- Creo que puedes soportar unos metros más caminando, bonitos zapatos, por cierto.

- No tenía nada acorde con este bonito vestido.

Y era verdad, todos mis zapatos eran bambas cómodas para poder hacer mi día a día, así que ahí estaba yo, con un vestido precioso, pero con unas bambas blancas y negras que al menos había tenido la decencia de limpiar un poco.

- Tus bambas son perfectas, no te preocupes. - me dijo.

- Gracias.

Esto era lo que necesitaba, una conversación informal. Me relajé mucho y pude llegar hasta el coche sin que mi corazón fuese a más de 100 pulsaciones por minuto.

Me metí en el copiloto y esperé a que el entrase para preguntarle:

- ¿A dónde vamos?

- A cenar.

Los Secretos De NateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora