ESPECIAL DE HALLOWEEN.

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SINIESTRO

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SINIESTRO.

Capítulo único.

Erik lo observó detenidamente. Solo habían pasado dos años desde que llegó a la propiedad de sus padres para trabajar en la servidumbre. Hoy en día no era más el chiquillo sucio y harapiento que llego de la mano del clérigo de la iglesia, a pedir caridad para un huérfano. Ahora su piel relucía, el cabello castaño hasta los hombros escondía parte de su rostro al igual que la sumisión de mantener la cabeza baja ante sus patrones. Erik solo podía observar las transformaciones de su cuerpo bajo ese pantaloncillo de manta translúcida a contra luz. El chiquillo tenía mejores atributos que cualquiera de las mujercitas de la servidumbre que lo atendían.

Francis en especial, nunca había estado en contacto directo con el primogénito de los Lehnsherr. Su trabajo era en las cocinas u ordenando habitaciones, no estaba instruido para tratar con la gente aristócrata. Aprendía poco a poco los menesteres de atender a los patrones. No era necesario que él supiera más que aquellas cosas que le permitieran servir bien a quiénes ahora eran sus amos. Poco sabía de sí, poco era lo que recordaba de su vida antes de llegar a la iglesia y de ser llevado a la finca de los Lehnsherr. Ahora se consideraba afortunado por tener un techo bajo el cual dormir, un plato de comida caliente por las noches y también, por poder ser de utilidad. No estaba tranquilo con las miradas que le brindaba el hijo de sus patrones y aún estando a distancia, le ocasionaba incomodidad. Pero no podía externar aquellos sentimientos que le generaba la solo presencia del joven Erik.

...........

El gran baile anual, se llevaba a cabo con majestuosidad en la finca Lehnsherr y Erik no perdía cada uno de los movimientos del pequeño Francis, que ahora se dedicaba a servir muy de cerca a los invitados. Era extraño que su madre le hubiese conminado una tarea tan especial a alguien con tan poca experiencia, pero tal parecía que tanto mujeres como hombres disfrutaban de que aquel ser de pasos livianos y sonrisa gentil, les sirviera.

Cuando el jovencito terminó su labor, fue directo a la cocina y quitó la fina ropa que le había asignado la señora Edie para ese día. Se colocó un delantal y se dispuso a lavar las primeras piezas de la vajilla que habían sido utilizadas. Alguien llegó de improviso y le avisó que debía ir de inmediato a los jardines para ayudar a encender las farolas de gas que alumbrarían el camino a la entrada principal y hacia el lago.

Para ese momento, Erik ya tenía trazado un plan y parecía que todo estaba confabulado en aquella noche negra, para llevarlo a cabo.

El joven sirviente quitó el delantal y tomó el primer candil para avanzar hacía aquella oscuridad. Un poco antes de llegar a la verja, al final de la propiedad, alguien lo sorprendió por detrás cubriendo su boca. La impresión fue tal que hizo que el candil cayera de su mano, apagándose al tocar el suelo de tierra. Aquella persona que lo sostenía de modo férreo lo arrastró por el camino de grava que deba justo hacia el lago.

Francis trataba de soltarse, pero nada parecía funcionar ante la fuerza de aquel hombre contra su cuerpo delgado. Fue aventado contra el suelo y algunas piedras se enterraron en sus codos y otras más en su espalda. Su cabeza golpeó de lleno contra la raíz que sobresalía del suelo y una sensación de calor le invadió el cuero cabelludo, para después sentir que algo escurría por su espalda. Estaba mareado y a completa merced de ese hombre al cual no podía ver, ya que la negrura de la noche ocultaba el rostro de ese malévolo ser.

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