X. El tiempo de las luciérnagas.

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Capítulo X.

Fortuito.


Erik esperaba sentado al borde de la cama, observaba hacia el baño en espera de que Charles saliera. Estaban justo a tiempo para partir de la hacienda y llegar a la cita de toma de muestras en Holbrook, era el primer paso antes de ir a Phoenix a la cirugía que Charles tanto esperaba. Erik observó de nueva cuenta el reloj en su muñeca y negó levemente. Justo cuando estaba por ir a tocar la puerta del baño, está se abrió mostrando a un Charles demacrado y que parecía demasiado cansado aún después de haber dormido más de ocho horas, 

—¿Te encuentras bien, amor? – Charles negó, 

—No, 

—Te ves un poco pálido, – Charles lo volteó a ver y en su semblante denotaba molestia, 

—Puede ser porque no he comido nada en más de doce horas, Erik, – este bajo la mirada, —Deberíamos irnos ahora mismo, no quiero perder la cita, – Erik asintió y se colocó a su lado,

—¿Te molestaría si te apoyó con la silla?, – Charles lo regresó a ver con el rostro más relajado,

—No, no me molesta, – Erik se colocó detrás de la silla y la empujó hasta llegar a la camioneta. Después lo cargó para ayudarlo a sentarse del lado del copiloto y él fue del otro lado, Logan subió la silla a la cajuela y se despidió de ambos.

Ninguno de los dos dijo nada hasta que Charles suspiró,

—Lo siento, – dijo sin despegar la vista de la carretera, Erik lo observó y asintió, —No quise hablarte de ese modo, amor. Es solo que no me siento bien, – Erik quitó la mano derecha del volante y tomó la de Charles, que extrañamente se sentía fría,

—¿Qué es lo que sientes?, – Charles negó,

—Me duele mucho la cabeza y tengo malestar en el estómago. También me siento un poco cansado, – Erik lo observó y soltó un pequeño suspiro, después le acarició la mano,

—Deberías tratar de dormir un rato, espero que con eso logres sentirte mejor. Y si no es así, podemos decirle a un médico que te revise, – Charles asintió y suspiró,

—Es solo que no me gustan los hospitales, Erik. Ya lo sabes. Tal vez es por eso que hoy me siento así,  tan ansioso, – Erik apretó su mano,

—Te entiendo, amor. Ahora duerme un poco, – Charles sonrió y Erik lo hizo por igual. Lo vio recargarse en el respaldo, acomodar un poco la cabeza y cerrar los ojos,

—Erik,

—Sí, amor,

—Te amo,

—Y yo a ti, Charles, – sonrió con los ojos cerrados y Erik buscó un lugar para estacionarse. Cuando Charles sintió que la camioneta dejó de moverse, abrió los ojos,

—¿Está todo bien?,

—Sí, es que me detuve para acomodar tu asiento y puedas descansar. Estamos a una hora de camino y quiero que puedas dormir tranquilo, – Charles asintió. Erik bajó y fue de su lado, abrió la puerta y acomodó el asiento, después le pasó una manta que estaba en el asiento trasero para cubrirlo. Hasta que lo vio cómodo decidió que era momento de continuar el viaje.

Charles no estaba feliz después de la toma de muestras. La primera enfermera le había lastimado la vena y ahora tenía un gran hematoma en el antebrazo. Después, la encargada del laboratorio de análisis clínicos, había tomado la muestra en su otro brazo y había logrado sacar varios tubos con facilidad y sin dolor.

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