VI El tiempo de las luciérnagas.

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Capítulo VI.

Aproximados.


Un mes bastó para que Charles volviera a sus actividades normales. Gran parte de su recuperación se la debía a Erik, que con su necedad y cariño lo había obligado prácticamente a tomar la terapia, y descansos prolongados para ayudar a su cuerpo a sanar. Parte de la calma y tranquilidad que se vivía se debía a que Raven no se hacía presente en la hacienda a menos de que necesitará dinero.  Charles había optado por darle un cheque para alejarla y ella no volvía hasta la siguiente semana por más. En aquellas transacciones eran intermediarios Logan y Hellen, Erik ni por error quería toparse con ella. Sabía que si la veía no podría contener las ganas de decirle que eran una aprovechada, al abusar de su hermano que estaba convaleciente.

Erik salía del despacho de Charles cuando se topó con Raven,

—Sabe qué no tiene permitido pesar,

—Quítate, Erik o te va a pesar,

—Ya te he dicho que no y no vas a pasar,

—Muévete infeliz, peón, – Erik sonrió de medio lado,

—Esa no es una ofensa para mí, señorita,

—Soy tu patrona, – la puerta del despacho se abrió mostrando a Charles con el semblante serio y molestó,

—¡Raven!, – ella lo observó con una ceja elevada, —Tú no eres su patrona y la orden es mía, no deseo verte. Pasa por tú chequé mañana,

—Lo necesitó ahora,

—No, si deseas ese dinero, Hellen mañana te lo entregará, – ella asintió y apretó los labios con furia antes de hablar,

—Te vas a arrepentir de lo que me estás haciendo Charles. No te creas que porque aceptó estás limosnas, he olvidado que yo soy tan dueña como tú de todo el capital Xavier, – Charles asintió,

—Piensa lo que quieras, Raven. Y por cierto, aún sigo esperando a tu abogado, – Charles le sonrió con burla y ella se iba a ir sobre de él, cuando Erik se le paró enfrente para detenerla,

—Los odió a ambos, esto no se va a quedar así, – Charles la observó fijamente,

—Puedes hacer lo que quieras, Raven. Pero piensa bien lo que vas a hacer antes de llevarlo a cabo. No quiero que después te arrepientas, – ahora fue el turno de ella para sonreír,

—Jamás me he arrepentido de nada, – Charles la observó y estaba a punto de decirle que la consideraba capaz de no arrepentirse de nada. Ya que no había tenido corazón para abandonar a su hijo siendo un recién nacido, pero decidió callar. Aún no era momento para tocar ese tema,

—Lo sé, Raven. Ahora vete, estamos ocupados generando dinero para que tú sigas gastándolo, – ella sonrió con sorna y dio media vuelta para irse.

Charles observó a Erik y después le habló,

—Ella no volverá, Erik. Ve tranquilo, a revisar el ganado y te veo por la noche,

—De acuerdo, Charles. ¿Quieres que cenemos juntos?,

—No, quiero hablarte de algo importante. Así que te veo aquí en mi despacho,

—De acuerdo, Charles. Nos vemos en la noche, – Charles suspiró y avanzó hasta él, lo tomó por la mano y le dio una leve caricia,

—Cuídate, por favor y,

—Dime,

—Terminando de hablar, me gustaría que fuéramos a mi habitación a cenar, – Erik le dio una sonrisa cómplice,

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