ENDLESS LOVE. Capítulo IV.

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Al día siguiente Charles estaba listo para salir de su departamento, vestían vaqueros casuales, camisa y un saco azul zafiro. Tomó su móvil con nerviosismo y llamó para pedir un servicio de taxi, los fines de semana Alex los tenía libres y no iba a molestarlo ahora que estaba en casa de sus padres o con alguna cita. Así que quince minutos más tarde el taxi estaba por él, un joven afroamericano lo saludó de modo cordial,

-Buen día señor, soy su taxista,

-Buen día. Disculpa, te importaría ayudarme a subir al taxi,

-Claro que no señor, - el joven lo cargó sin preguntar más y después subió la silla a la cajuela. Tomó su asiento como piloto y encendió el automóvil, -¿A dónde debo llevarlo?, - Charles le dio la dirección de una reconocida dulcería al centro de la ciudad, el joven puso en marcha el automóvil para llegar al lugar.

En el transcurso del camino el joven no paraba de hablar y Charles se sentía relajado,

-De verdad, hombre. Son geniales, deberías probarlos, - hablaba refiriéndose a los perros calientes en cada esquina de la Quinta Avenida mientras la transitaban,

-Claro que debería, son un clásico, - sonrió y el joven lo acompañó con su sonrisa.

El joven taxista estaciono justo enfrente de la famosa dulcería,

-Disculpa, se que es un poco molesto pero me ayudarías a bajar, necesitó recoger un pedido y después necesitó que me lleves a otro lugar,

-No te disculpes tanto hombre, para eso estamos. Mi nombre es Darwin y si lo crees más conveniente yo puedo ir por tu pedido y después llevarte a donde desees,

-¡De verdad!,

-Claro, hermano, -Charles le dio un billete de cien dólares, -El pedido está a nombre de Charles Xavier, - Darwin sonrió y le tendió una mano,

-Un gustó Charles, dame un segundo y regreso con tu pedido.

Darwin casi voló al local, recogió dos grandes bolsas de rosetas de maíz caramelizadas y regresó de igual modo. Entregó las bolsas a Charles y este las aceptó para ponerlas en su regazo. El taxista le dio el cambio y él le pidió conservarlo, se sonrieron de nuevo y ahora ya estaban de nuevo en marcha con dirección a casa de Erik.

Erik se había levantado muy temprano esa misma mañana, primero fue a comprar un par de rampas metálicas para la entrada de su casa y otra para la puerta que deba salida al porche, en donde pasarían la tarde y comerían. Después fue al supermercado a comprar un par de cosas que le hacían falta para su casa y también para la carne asada que degustarían, tomó un paquete de cervezas del área de refrigeradores y eso, solo por si Charles apetecía tomar una.

Fue por sus hijos y tuvo una platica con ellos de camino a casa, acerca de Charles Xavier, su jefe. Erik no podía sentirse más dichoso de tener al par de hijos más inteligentes y comprensivos de la tierra, eran niños empáticos y que siempre se mantenían tranquilos. Llegando a su casa la plática no había concluido y creyó necesario decirles que Charles estaba en una silla de ruedas, y que en algunas ocasiones requería ayuda de las personas. Les pidió ser cautos y no agobiarlo con preguntas o con amabilidad innecesaria, y si el les solicitaba algo, debían ser buenas personas y apoyar, ambos niños asintieron con total comprensión.

Wanda estaba un poco sería y Erik la animó a hablar,

-Papá,

-¿Qué sucede princesa?,

-¿Puedes hacer que nos quedemos contigo?,

-Por que me lo preguntas amor, - Peter se acercó y habló antes que su hermana,

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