Mierda, llegó la hora del almuerzo.
Salí de clase y me dirigí a la cafetería, cabizbaja, cubriendo mi cara con mis largos mechones rubios, por si Austin aparecía y conseguía pasar desapercibida. Misión conseguida, llegué al comedor y cogí una hamburguesa con patatas para rápidamente sentarme con mis amigos. Caminé a paso acelerado hacia ellos, pero choqué con un cuerpo haciendo que mis patatas fritas llenas de aceite cayeran sobre su sudadera del equipo de rugby del instituto. Subí la cabeza y me encontré con los ojos negros de Austin otra vez. Mierda, mierda y más mierda.
- Lo siento. - dije agachando de nuevo la cabeza y haciendo que mi pelo cubriese mi cara.
- Bueno, ya tenía la sudadera bastante sucia, ahora gracias a ti ya tengo que lavarla obligatoriamente y mi madre dejará de llamarme guarro. - sonreí y subí la cabeza para ver también su típica sonrisa de lado. - Tenemos que hablar, Abb.
- Sí...
- ¿Nos sentamos en esa mesa los dos solos? - asentí y dejé mi bandeja sobre la mesa vacía.
Y he de decir que me dio un escalofrío al escuchar "los dos solos".
- Lo siento... - puso una mueca y me miró fijamente a los ojos.
- Quiero una razón. Una buena razón.
- Abbie...
- Joder, Austin, me dejaste totalmente tirada. Ni siquiera me diste una puta explicación sobre por qué cortabas conmigo. ¿Tú sabes lo que me dolió?
- A mi también me dolió, no puedo negarlo. - no sé por qué, pero le creí.
- Vale, ahora dime por qué lo hiciste.
- Abbie... ¿Te acuerdas que te llamé la noche anterior?
- Sí, y me dijiste algo no muy bonito.
- Me acosté con una chica de la fiesta.
Creo que escuché mi corazón romperse. Cada pedacito se desprendía y mi estómago también cayó al vacío. Muchas veces Austin había querido acostarse conmigo, pero yo nunca estaba preparada. Por eso me dijo aquello en la llamada, estaba cansado de que yo no quisiese acostarme con él. Y por eso se acostó con la primera que vio en aquella fiesta.
- Me engañaste... - susurré, con la voz entrecortada ya que algunas lágrimas amenazaban por salir.
- Por eso te dejé, Abb. No podía soportar haberte hecho eso, no podía seguir contigo sabiendo que había hecho eso.
Me quedé callada y miré hacia otro lado, evitando su mirada fija en mi. Intentando que ninguna lágrima saliese. Tenía que mostrarme fuerte.
- Abb... Mírame, por favor... Estaba borracho... - su voz sonaba débil, rota.
Me levanté y caminé hacia el baño, dejando a mi hamburguesa y a Austin solos en la mesa. Ignoré los gritos de Austin, pidiéndome que volviese, haciendo que todo el comedor nos mirase, y entré al baño cerrando la puerta tras de mí y dejando que todas las lágrimas que estaba aguantando saliesen por fin.
- ¿Abbie? - la voz de Ambar retumbó por todo el baño y dejé de sollozar, no quería que me escuchase. - ¿Abb, estás bien?
- No. - respondí, y me sorbí los mocos mientras me secaba la cara con las manos.
- Abb, sal, necesitas un abrazo.
Ambar tenía razón, necesitaba un abrazo, sobretodo uno suyo. Salí de la cabina y me lancé a sus brazos para volver a sollozar en ellos. Me apretó más fuerte y suspiró.
- Odio a los tíos. - me dijo, y reí.
Rió conmigo y nos separamos del abrazo. Me sostuvo los hombros y sonrió tristemente mientras me miraba. Supuso que no quería hablar y salimos del baño juntas, encontrándonos con todas las cabecitas del comedor mirándonos, pero ni rastro de Austin. Ignoré todas las miradas curiosas y caminé hacia mi taquilla, no me apetecía que todo el instituto estuviese mirándome. Ambar no me siguió y se fue con Cody y Denisse, me conocía y sabía que quería estar sola. Abrí mi taquilla y me miré en el espejo, tenía los ojos rojos y estaba algo más pálida de lo habitual.
- ¿Abbie? - una voz débil sonó detrás mía y me di la vuelta para ver al tímido Luke.
- Hola, rubiales. - sonreí débilmente, o al menos lo intenté, probablemente me salió una extraña mueca.
- ¿Estás bien? - preguntó, preocupado.
- No importa, no te preocupes, no es por el trabajo de física. - dije, en broma, aunque realmente no estaba para bromas, pero no quería que Luke se preocupase. Sonrió y sonreí ya que había hecho sonreír a aquel chico tan tímido que nunca sonreía.
- Lo siento, es que tenía que irme... - mentía. No tenía que irse, sólo estaba evitando mi pregunta.
- No pasa nada, rubiales. - sonreí.
Me quedé en silencio mirando a sus preciosos ojos. Luke acababa de hacerme olvidar lo que Austin me había dicho. Y es que ese rubio tenía algo que me atraía. Además, tenía que descubrir el por qué de su timidez, porque, en su caso, él sí tenía razones para serlo, y no quería hablar de ello.
- ¡Abbie! - Cody me llamó desde el fondo del pasillo y volví a la tierra, bajándome de los ojos azules de Luke.
Me di la vuelta para mirar a Cody y éste me hizo señas para que fuese con él. Volví a mirar a Luke y ya no tenía una sonrisa, estaba serio y mordía su piercing mientras miraba a Cody.
En ese momento me di cuenta de que Luke sólo sonreía cuando hablaba conmigo.
- Nos vemos mañana, rubiales. - me miró y sonrió tímidamente. Me acerqué a él y deposité un suave y rápido beso en su mejilla, haciéndole sonrojar a la velocidad de un rayo. Me di la vuelta, cerré mi taquilla y vi a Austin mirándome con celos, y luego miró a Luke con todo el odio del mundo. Me había visto dándole un beso en la mejilla a Luke. Le dediqué una última mirada vacía a Austin y me dirigí hacia Cody.
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Just Stay ✧ Luke Hemmings || TERMINADA
أدب الهواةLas personas se enamoran poco a poco, dañándose a sí mismas sin darse cuenta. Y cuando te das cuenta, ya es demasiado tarde como para evitarlo. El amor es inevitable, y por eso Abbie no pudo evitar enamorarse de él. ❝Sólo... Quédate.❞