Recién casados

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>Simón tomó la mano de Ámbar, un reluciente anillo con un diamante acompañaba a otro color dorado en su dedo.
Finalmente eran marido y mujer, ya habían pasado casi cinco años desde que habían comenzado a vivir juntos en un bonito departamento. Ahora tendrían una casa para ellos dos sólos, un bonito jardín y una cama matrimonial recién comprada, con un juego de sabanas blancas y una bonita sorpresa que esperaba a ser vista por su nueva esposa.
La boda ya se había planificado con un año entero de anticipación;
para ser que exactos, Simón le había propuesto matrimonio a Ámbar el día de su cumpleaños, con el misterio de encontrar al tesoro enterrado tardaron casi ocho horas con la ayuda de todos incluso con la familia de Simón y Sharon.
Ese día la ojiazul estuvo a punto de irse a llorar de frustración al ver cuanto tiempo llevaban buscando el dichoso tesoro que Simón había enterrado y que obviamente había olvidado donde lo había enterrado después de casi dos días. Por suerte Nico lo había encontrado y como recompensa le compraron la comida que quisiera pues si que había cavado bastante durante esas horas.

Después de haber pasado casi catorce horas con toda la ceremonia y luego la fiesta, junto al baile romántico que habían tenido; estaban totalmente necesitados de ir a estrenar su casa que estaba cerca de la mansión Benson pues en caso de emergencias y para no dejar sola a Sharon más que todo.

Á»- ¿Al menos podría quitarme el vestido y luego ver tu sorpresa? No sabes pero esto pesa – se quejo la rubia con los ojos tapados mientras Simón la dirigía hacia su sorpresa.

S»- Yo te lo puedo quitar, preciosa – le respondió vacilante a lo que Ámbar no pudo evitar reír y morderse los labios – Igual ya no sufrirás más, cuando cuente tres vas a abrir los ojos ¿si?

Á»- Esta bien – le contestó.

S»- Uno, dos, tres – y le quito las manos de los ojos.

Ámbar se lanzo sobre Simón para después llenarlo de besos, había un corazón de pétalos en la cama junto con una caja de chocolates y una botella de vino.

S»- ¿Te gusto? – preguntó acariciando sus mejillas con dulzura.

Á»- ¡Si! Esta hermoso, los pétalos, los chocolates – dijo como una niña pequeña – Espera, pero a ti no te gusta el vino.

Simón hizo una mueca.

S»- Lo se, pero me parece que tu disfrutarás por los dos el vino – la ojiazul sonrió emocionada.

Á»- Te amo Simón, eres lo más lindo que me pudo haber pasado – Simón sonrió enamorado besando la frente de Ámbar.

S»- Yo también te amo, bonita – y se volvieron a besar.

Una guerra de besos fue lo que comenzó la flama que ya se acostumbraba a sentir entre los dos.

Ámbar le quitó la corbata a Simón mientras que el paso sus manos hacia su espalda, Simón buscaba y buscaba el cierre del vestido pero no lo hallaba causando una risita en Ámbar.

Á»- Debes estar frente al cierre – Simón le dio un besito pequeño y obedeció las instrucciones.

Tan rápido el cierre libero a la ojiazul de la intensidad con la que la había apretado todo el día el vestido.
Simón aprovecho y dejo besos en su espalda, en la abertura del cierre que estaba expuesta dejo besos llegando hasta sus caderas de tan largo que era.

La Diva De La EscuelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora