Capítulo 30

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Sus dedos hoscos apretaban su cuello comprimiendo las arterias, en un intento de interrumpir la circulación sanguínea. La derriba sobre el suelo húmedo, duro y gélido; con el incontinente deseo de verla suplicar.
La domina.
Inspira hondo, muy despacio, solo por el placer de verla quebrarse impotente.
Con una mano exenta de vello y huesuda saca el cuchillo que guardaba en su bolsillo trasero y lo clava, lento y con fuerza, en el muslo derecho de Samantha, ella en un vano intento forcejea apretando los ojos y lanzando golpes a ciegas sin asestar en ningún lugar.
Él la retiene.
Él la domina.
Y por un instante Samantha creyó que era el final.
Ella balbucea algo, pero eso ahora no importa, no importa porque él sació sus enfermos pensamientos de poder.
Adolorida.
Asustada.
Herida.
Para Samantha aquellas horas de horror se estaban convirtiendo en una auténtica pesadilla.
Ver el rostro de Devon expresar una inmensa satisfacción, satisfacción por hacerle tanto daño le daba miedo. Miedo de que no hubiera vuelta atrás. Miedo de que en su rabia ciega le provocara un daño irreparable.

Sintió de pronto el agua gélida en su rostro, había perdido la conciencia, y aunque sus párpados le pesaban abrió los ojos para mirar a su captor.
— Levanta ya, bella durmiente– dijo sarcástico Devon, colocando la pequeña vasija de metal en la que había llevado el agua– Debes estar bien presentable para que tu Romeo se acabe de dar cuenta que aquí el que tiene el control soy yo.

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Daniel descolgó el celular al quinto timbrado. No quería parecer desesperado aunque su cuerpo entero estaba en total tensión.
Athena ya estaba inquieta y no dejaba de comerse con ansiedad las uñas.
Daniel respiró hondo y exhaló el aire despacio para intentar liberar la tensión acumulada mientras se calmaba a sí mismo, tenía que mantener la calma, no solo por él y sus acompañantes, sino por Samantha. Realmente lo que deseaba era apretar el cuello de Devon y darle rienda suelta al fuego intenso que estaba quemando su pecho al saberla en peligro.
— Voy a hacerte una video llamada, quiero que veas lo bien que cuido a tu putita– comenzó con frialdad Devon– así te acabas de dar cuenta que el control lo tengo yo.

Daniel respiró hondo, necesitaba encontrar la calma de donde fuera para no explotar. El sentimiento de impotencia lo estaba consumiendo por segundos.
Descolgó la video llamada y lo que vió le dió pavor. Samantha colgaba de una cadena por las muñecas. Sus piernas no podían sostenerla y la sangre seca había manchado su ropa.
Daniel reprimió un gemido. E intentó que su voz no temblara. Era la primera vez que sintió miedo, miedo de perder a la mujer que amaba.
— Si le vuelves a poner una mano encima– comenzó Daniel con una calma peligrosa– Te juro que no habrá un lugar en el que puedas esconderte, voy a matarte con mis propias manos.
— Bla, bla, bla– se mofó Devon con descaro y cinismo.– Escucha de una vez idiota, quiero mi dinero– Devon miró la hora en su reloj de muñeca– son las tres de la mañana, tienes dos horas para prepararlo. Luego te mando la ubicación.

Holis😉les pido disculpas por la demora actualizando la novela. Me alegra saber que les gusta y sus votos son lo que me han motivado para continuarla. Ya falta poco para llegar al final. Trataré de actualizar todos los días. Saludos desde Cuba. 💋
Y felicidades a todas las madres.

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