Capítulo 21

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-¡¡Pero qué mierda!!-exclamó Daniel furioso al darse cuenta que Samantha había desaparecido.
Al principio no se dió cuenta, pues toda la ropa que él le había comprado estaba perfectamente colgada aún. No fue hasta que se percató que faltaba la maleta que ella trajera a Italia.
   — Pietro!—  rugió Daniel impaciente—¡Maldita sea, Pietro!
Salió de la recámara dando grandes zancadas sin dejar de llamar a su guardia de seguridad y chofer.
  — Pietro! ¡Dónde demonios estás, por Dios!
   — Lo siento, señor Pitt — dijo disculpándose Pietro. Era un hombre alto y corpulento, quizá debido a su intenso entrenamiento cuando estuvo en la marina— No lo escuché. Estaba preparando el auto.
  — ¡¿Dónde está la señorita Jones? —   inquirió enérgico.
— No lo sé, señor Pitt — respondió titubeante — pensé que estaba con usted.
  — ¡Búscala! — ordenó colérico—  aunque tengas que buscar debajo de cada piedra. Pregúntale a los trabajadores, a la cocinera, a la de la limpieza, y hasta al perro del vecino si es necesario; pero quiero que la encuentres¿Entendido?
—  Sí, señor — respondió solícito aunque algo asombrado. Llevaba siete años trabajando para Daniel y jamás lo había visto tan alterado.
Daniel comenzó a marcar el número de Samantha, pero este daba apagado.«¡Maldita sea!» bufó él apretando el tabique de su nariz con frustración.
Volvió a marcar el número pero era inútil.
Recordó a la amiga de Samantha y volvió a marcar un número en su teléfono.
  — Hola Harry, necesito que localices el número de Athena Blandes, mueve tus contactos en la policía, es para ya.
— Te llamo en cinco minutos. —  respondió Harry. Y Daniel agradeció que no hiciera preguntas. Había conocido a su amigo Harry en la universidad y luego Harry de había convertido en detective, uno muy bueno.
Cinco minutos después tenía en su poder el móvil de Athena y agradeció a su amigo por el inmenso favor en tiempo récord.
Marcó el número impaciente hasta que al tercer timbre descolgaron al otro lado.
— ¿Sí?— contestó Athena al ver el número desconocido en su pantalla.
  — Athena?,¿Athena Blandes?—  exclamó aliviado cuando ella confirmó su nombre —  soy Daniel Pitt — prosiguió él — Estoy localizando...
— No pienso decirle nada —  respondió cortante interrumpiendo a Daniel — olvídese de Samantha, pues no volverá a verla jamás.
— Espera... — exclamó, pero solo escuchó el sonido del teléfono al ser colgado —  ¡Mierda!
Pietro apareció unos minutos después pero sin resultado alguno.
—  Al parecer se fue — comenzó diciendo Pietro — los trabajadores la vieron subir a un taxi hace ya un buen rato.
— Déjame solo, Pietro, por favor —  bufó tratando de disimular la opresión que sintió en el pecho.

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