Epílogo

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6 meses después...

Con el dinero de la indemnización, Samantha pudo establecerse en un mejor piso, económico pero un poco más amplio. Decidió montar su propio negocio, por lo que compró todo lo necesario y acondicionó su modesto despacho en una de las dos habitaciones de las que disponía el nuevo alquiler. Había comenzado a realizar pequeños trabajos para James en su bufete y eso le valió que muchos de los clientes del mismo, al conocer su obra, decidieran emplearla haciendo para ellos las labores de marketing necesarias para una que otra campaña en diferentes aristas.
Su trabajo freelance le permitía escoger o decidir los que haría, sin sentir la presión, y estaba cómoda con eso.
Abrió una cuenta en el banco y cada vez que terminaba algún trabajo depositaba allí gran parte de su dinero, lo vivido le había servido de experiencia. Al menos tendría algo a lo que agarrarse si una vez lo necesitaba.
- ¡Mira lo que tengo aquí!- exclamó Athena una tarde en que fue a visitarla. Sacudió un pequeño folleto de colores llamando la atención de Samantha que curiosa trató de arrebatárselo de las manos sin poder.- No seas impaciente, Samantha - sonrió Athena haciéndose la importante.- Es un nuevo trabajo para ti y el pago es bastante generoso - prosiguió Athena entregándole al fin el dichoso papel- Lo malo es que tienes que viajar a Italia- sonrió ella.
Samantha observó ahora el folleto para leerlo. Se trataba de una convocatoria para participar en un concurso en el que debía diseñar una campaña para promocionar vino. Y era nada más y nada menos que una convocatoria lanzada por él. Lo había extrañado enormemente todo este tiempo, y aunque en disímiles ocasiones estuvo a punto de flaquear e ir a buscarlo, se contuvo. Quería que él estuviera orgulloso de lo que ella pudo lograr en tan poco tiempo.
- Creo que ya va siendo hora de que lo busques, Samantha- expresó Athena con seriedad- Has logrado tanto y en tan poco tiempo que estoy orgullosa de ti. Me encanta ser tu mejor amiga. Y me gusta la mujer en la que te has convertido, pues me has cambiado a mí también. Has echo que vea el mundo de otra manera y aunque no lo creas tu experiencia nos ha servido a ambas para ser mejor persona- Por eso creo que ya es tiempo de que seas feliz con él. No tiene sentido que sigas dilatando esta situación. Tú estás sufriendo y supongo que él también lo esté.
- Tienes razón- corroboró Samantha- Voy a entrar en el concurso pero quiero hacerlo con otro nombre. No quiero que él sepa que soy yo o de lo contrario quizás afecte su desición al elegir la mejor propuesta.
- Sé que vas a lograr que seas tú la escogida, confío plenamente en ti, pero ¿y si no es así? - inquirió dudosa ahora, Athena.
- No importa si gano o pierdo, igualmente voy a buscarlo- habló decidida ella- Pero tengo la confianza de que ganaré, tengo la ventaja de que estuve ahí- comentó con esperanza.

Un Daniel foribundo observaba con molestia las diversas propuestas que su equipo de marketing exponía para su primera salida al mercado de su preciado vino. Vino al que le había dedicado todo su empeño y años de esfuerzo, no solo porque le apasionaba sino también para mitigar el dolor de no tenerla con él, a su lado. Mitigar el dolor de saberla tan cerca y tan lejos a la vez.
Le prometió darle tiempo y quería cumplir su palabra. Lo que antes le apasionaba ahora no tenía mucho sentido, estaba solo. Sin nadie para compartir sus logros.
- ¡¡Todas las propuestas que han traído hoy ustedes son una reverenda mierda!!- exclamó con voz gruesa pero sin levantar su tono. - No puedo creer que todo un equipo de marketing me haya traído semejante basura. ¿En serio? ¿Es que acaso sus neuronas se fueron volando por el retrete?
Una retahíla de insultos hacia el equipo de marketing salió de su boca. Y fue entonces que a uno de sus miembros se le ocurrió la idea del concurso. Él después de sopesar la idea la aprobó sin dilación.

- ¿Has pensado que con esa idea del concurso ella quizás quiera participar?- expresó Harry aquella noche. Él y Álvaro habían ido a su casa para visitarlo y ahora estaban los tres sentados en la terraza.
- Eso espero, Harry, eso espero- contestó él con la férrea y terca esperanza de volverla a ver.
- He escuchado que tu chica es buena en lo que hace- comentó Álvaro ahora- Varios conocidos míos en los negocios han hablado maravillas sobre ella.
- Lo sé- corroboró él y sintió su pecho inflarse de orgullo- Sabía que lo lograría.

Daniel observó el nombre de los veinte concursantes que se habían inscrito en tan poco tiempo. El nombre de ella no estaba. Eso lo desilucionó un poco. Envió por correo una muestra del vino a cada uno, para crear su marca, ellos tenían que conocer la calidad. Así sería más fácil a al hora de crear el material. Fijó el plazo para la entrega en tres días. Entrega que debía ser por correo electrónico con sus datos personales y al ganador, no solo se le daría una cuantiosa suma, sino que también iba incluido con los gastos pagos, un recorrido por el viñedo con una estancia de tres días en la finca.

Tres días después, reunió a su equipo para seleccionar la mejor propuesta. Muchos trabajos eran realmente buenos pero todos estuvieron de acuerdo en que la propuesta de un tal Samuel Juárez era la mejor de todas. Captaba a la perfección la historia y la esencia del vino. Le orientó al mismo que tuvo la idea del concurso, que se encargara de enviarle el dinero propuesto. A Leticia, su secretaria, le pidió que organizara todo lo del viaje. Él iría antes para organizar los preparativos para cuando llegara el tal Samuel.

La vio de pie, frente a frente. Su corazón latió desbocado y un frío apremiante se instaló en su pecho. La había echado de menos como un poseso y tenerla ahora tan cerca lo tomó por sorpresa.
- ¿Cómo es que...? ¿Estás...?- sin saber qué decir o cómo expresarse coherentemente decidió callar hasta que pudiera decir algo concreto.
- Debes estar sorprendido- logró articular ella. Verlo después de tanto tiempo fue impactante. Había bajado un poco de peso, observó, pero seguía estando igual de guapo. Una incipiente barba y unas visibles ojeras enmarcaban su hermoso rostro- Soy Samuel Juárez- dijo- ¿Creíste que no aceptaría el reto?- sonrió- Solo quería que todo lo que vivimos no afectara tu desición - explicó ella.
- Estoy orgulloso de ti- declaró él- de ver lo que has logrado y en lo que te has convertido en tan poco tiempo.
- Gracias- respondió ella- No solo lo hice por mí, también fue por ti. Quería estar a tu altura. También lo hiciste solo y mira dónde estás ahora.
- Tú siempre estuviste a mi altura, Samantha. Eres la mujer de la que sin querer, sin desearlo siquiera, me enamoré.
- Por eso estoy aquí- expresó- Estoy aquí porque ya no puedo ni quiero estar sin ti. Estoy aquí porque quiero compartir contigo mis logros y mis tristezas. Porque eres el único hombre capaz de llenarme y de hacerme sentir lo impensable. Te amo, Daniel Pitt, nunca pensé que lo haría pero esa es la realidad y no tiene sentido seguir escapando de ella.
El beso fue ineludible, avasallador. Se habían contenido por demasiado tiempo y estaban sedientos uno del otro.

Daniel posó los dedos sobre el monte de Venus rasurado, mientras su portentosa lengua se colaba entre sus resbaladizos pliegues y la penetraba cada vez más profundo. Samantha, empezó a emitir sonidos incomprensibles, breves gimoteos.
Arqueó la espalda revolviéndose eufórica, mientras la boca obstinada de Daniel trazaba círculos sobre su sexo desesperado. Por fin, se dirigió al clítoris y lo cogió con cuidado entre los dientes. Un anhelo abrasador golpeó como un relámpago el cuerpo de Samantha, que continuó en llamas mientras Daniel se colocaba para que su insaciable lengua alcanzara con comodidad el trocito de carne desnudo y lo latigueara a sus anchas.
-¡Dios mío!. -La voz apremiante y sensual, de Samantha le imploraba que la llevara hasta el clímax.
Un hormigueo recorría cada una de sus terminaciones nerviosas y su sexo se contraía desesperado a medida que el deseo seguía aumentando hasta alcanzar niveles insoportables.
Habían ansiado tanto aquel momento que parecía tan solo un sueño. Pero por suerte para ellos, no lo era
Daniel metió, entonces, las grandes manos bajo su cuerpo y la empujó del trasero para devorarle hasta el último recoveco de su sexo. Samantha sintió que el clítoris le latía cada vez con mayor intensidad hasta que el clímax arrasó todo su cuerpo.
Aquel reencuentro era la promesa ineludible de que nunca volverían a separarse. De que estarían juntos para siempre.

Fin

Holis por aquí. Paso para decirles que ya por fin he terminado esta historia, que les confieso: de todas las que he escrito hasta ahora, ha sido mi favorita. Espero les gustara el final y también quería comunicarles que la he reeditado completa, agregué algunos cambios, aclaré uno que otro cabo suelto. Signos de puntuación que se hacían necesarios. En fin, espero que la disfrutaran tanto como yo al escribirla. Besos y saludos desde Cuba.

Serás míaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora