Capítulo 34

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-- Necesito que te controles, Daniel-- pidió Harry algo preocupado. Conocía de sobra a su amigo, y sabía que cuando Daniel estaba tan calmado era porque por dentro ebullía su enojo amenazando salir como lava para quemar todo a su paso. Por suerte Álvaro también estaba para ayudar a controlar a la fiera. El pecho de Daniel subía y bajaba por la tensión y la rabia contenida.-- Te conseguí esta entrevista con Devon pero ni modo que lo entregue echo una mierda luego, espero que entiendas.

-- Tranquilo Harry-- respondió Daniel con calma-- Estoy bien-- mintió él.

La sala de visita en la prisión no era tan espaciosa pero igual servía. Solo quería decirle unas palabras al idiota de Devon para sentirse más tranquilo consigo mismo.
La espera le resultó estresante a pesar de que fueron solo unos minutos. Devon entró esposado a la habitación acompañado por un guardia y Daniel le pidió que le quitaran las esposas. El rostro enjuto de Devon palideció y sus ojos se agrandaron al verlo.

-- Es bueno saber que no eres tan valiente como creí-- sonrió Daniel al ver la reacción de pavor en el rostro de Devon. Habían quedado solos a petición del propio Daniel. No deseaba testigos de las palabras que deseaba decirle.

-- ¿Qué hace usted aquí?-- tartamudeó Devon al tiempo que se sentaba en la fría silla de metal.

-- ¿Ahora me tratas de "usted"?-- respondió Daniel con sarcasmo-- Es gracioso ver como cambia la situación, ¿no lo crees así?. Pero respondiendo a tu pregunta, quería ver la cara de la persona que le hizo daño a mi mujer-- contestó Daniel haciendo énfasis en el pronombre posesivo "mi" a posta.-- Quería además,-- prosiguió Daniel en tono calmo a la vez que se sentaba en la otra silla-- tener unas palabras contigo. Los que me conocen saben que soy un hombre vengativo y lo soy mucho más cuando alguien daña algo que es mío, así que como verás, tu agravio no puede quedar sin castigo, no crees?

-- Siento mucho lo que ocurrió-- comentó Devon con voz trémula-- no sé qué me pasó. Reconozco que actué impulsivamente.

-- ¡Eres increíble!-- soltó Daniel con una sonrisa irónica-- tus disculpas ¡me valen una mierda!Ahora mismo me apetece retorcer ese delgado cuello que tienes, pero sé que Samantha no me lo perdonaría jamás, ella es la buena; yo no lo soy tanto. Mi primera intención fue llevar a tu padre a la banca rota-- prosiguió cruzando sus poderosos brazos-- pero el pobre viejo no tiene la culpa de tener a un hijo tan estúpido como tú y además tengo que agradecerle que la policía diera contigo tan rápido, él fue más sensato que tú. Luego pensé en pagar para que te hicieran la vida miserable mientras cumples tu larga condena; pero ahora que te veo me he dado cuenta que no vales ni mi valioso tiempo y mucho menos mi dinero. De lo que sí puedes estar seguro, es que tu herencia al menos servirá para pagarle una jugosa indemnización a Samantha, de eso me encargo yo personalmente y con un gusto tremendo-- culminó a la par que se ponía de pie, cosa que hizo que Devon pegara un brinco en su silla asustado.-- Tengo tu rostro grabado en mi mente-- continuó luego de una breve pausa en la que caminó para colocarse detrás del reo aún sentado y con una de sus poderosas manos apretó con fuerza la zona entre el hombro y el cuello provocando un alarido de dolor en Devon. Dobló su cuerpo para susurrarle al oído-- así que la próxima vez que vuelva a verte no seré tan benévolo contigo.

Diciendo esto, Daniel llamó al guardia para que abriera la puerta dejando atrás a un adolorido Devon.

Serás míaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora