Capítulo 10

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Samantha durmió casi todo el viaje en el jet privado, otra de las posesiones de Daniel que ella había observado en aquel maldito álbum. Pero ahora estaba totalmente despierta. Sentía la mirada escrutadora de Daniel y aquello le ponía la piel de gallina.
El chofer personal de Daniel, al que ella había visto en una ocasión, era quien conduciría el auto que los esperaba al aterrizar. Daniel le abrió la puerta, con caballerosidad, del asiento de atrás, esperó pacientemente a que ella entrara para luego cerrarla. Pietro, su chofer y guardia personal, guardó el equipaje mientras Daniel se montaba también en la parte de atrás para sentarse al lado de ella, lo que resultaba algo incómodo para Samantha, pues sentía demasiado la cercanía de aquel hombre que la aturdía en demasía debido al fuerte magnetismo que desprendía, y a la fuerte tensión sexual que sentía al tenerlo tan acerca.
Se entretuvo admirando los hermosos viñedos alrededor de las colinas.
Había estado muchas veces en Italia pero no reconoció el lugar.

— ¡Es hermoso!— expresó emocionada sin percatarse de que lo había hecho en voz alta.

— Sí— convino él admirado no solo con la belleza del lugar, sino también con la de la mujer que tenía a su lado— Es la región del Piamonte— aclaró— Esta zona es muy buena productora de vino. Ahora nos dirigimos al municipio de Barolo— prosiguió mientras ella ahora lo observaba absorta— donde se hace uno de los mejores vinos tintos del Piamonte.

— Nunca estuve en esta parte de Italia— reconoció muy a su pesar pues era un lugar hermoso.

— Puedo servirte de guía— se ofreció él solícito— Sabía que te gustaría. Yo he estado varias veces aquí y no me canso de deleitarme con el paisaje.

La enorme casona en la que vivirían juntos era preciosa. A pesar de ser una construcción algo antigua estaba muy bien conservada.
Samantha recorrió con la vista el interior. Los muebles estaban cubiertos de plástico, el suelo con papel periódico con diferentes latas de pintura.
—Disculpa el desorden— dijo él— Como te dije estamos en remodelación. Hoy les di el día libre a los trabajadores para que puedas descansar sin ser molestada.

Daniel la condujo a la que ahora sería la habitación de ambos. Sus muebles, aunque rústicos, no dejaban de ser hermosos. Una enorme cama con dosel invitaba a Samantha a caer en brazos de Morfeo, pues aunque durmió gran parte del camino se sentía agotada todavía.

Una cómoda con un gran espejo tallado en los bordes, un clóset empotrado en la pared, todos de madera preciosa, eran los únicos muebles dentro de la habitación. Las paredes en tonos crema le daban claridad al lugar, aumentada a su vez por el inmenso ventanal de cristal que ahora tenía recogida a los lados la cortina blanca y rojo vino.
— El baño está detrás de esa puerta— explicó Daniel señalándola  y que Samantha, en su primera inspección pasó por alto. Colocó la pequeña maleta negra que trajera, con sus escasas posesiones, encima de la cama— Como puedes ver todo es muy sencillo pues soy un hombre al que no le gusta la opulencia ni el exceso de adornos o muebles innecesarios. Espero te guste.— añadió él y luego salió para darle privacidad.

Samantha sacó su neceser con sus objetos de aseo personal. Necesitaba un buen baño. Había calor y sentía su cuerpo pegajoso.

Abrió el grifo de la ducha y ahí estuvo largo rato. Enjabonó su cuerpo hasta que se sintió completamente limpia. Colocó una toalla en su cabeza y otra envolviendo su cuerpo y salió del cuarto de baño cerrando la puerta tras de sí.

Serás míaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora