— Caminando de un lado a otro y blasfemando contra toda religión o Dios existente en el planeta no vas a lograr que Samantha aparezca como por arte de magia– bufó Álvaro estrujándose los ojos y sin poder reprimir un leve bostezo debido al cansancio.—Ya Harry está haciendo las averiguaciones y comprobando si hay alguna cámara de seguridad que dé algún indicio de qué puede haberle pasado.— prosiguió Álvaro poniéndose de pie– iré a traer algo de café.
El timbre de un teléfono detuvo a Álvaro, que solo había dado unos escasos pasos hacia la cocina, y rompió el silencio del lugar. Los tres se miraron interrogantes aún sin saber de dónde provenía el sonido.
Athena, aturdida y nerviosa reconoció de pronto su tono y con rapidez rebuscó entre sus cosas en el bolso de cuero negro hasta encontrarlo.
El nombre de Devon se ilustró en su pantalla y aunque lo consideró algo extraño descolgó para atenderlo.
— ¿¡Devon, qué mierdas quieres ahora!?– bufó molesta– No entiendo qué haces llamando a mi celular, te he dicho que Samantha no quiere saber nada de ti. ¿Es que no piensas dejarla en paz?Realmente no tengo un buen día ni es un buen momento para...— Athena, Athena, Athena– sonrió con sarcasmo Devon interrumpiéndola– tú no cambias. Sigues siendo la misma perra de siempre. Me importa una mierda si no tuviste un buen día, el mío ha estado fenomenal.
— Escucha, mamerto estúpido– chilló histérica– vete a la mierda, ya te dije que no es un buen momento.
— Pues espero que lo sea– contestó él con cinismo– o no volverás a ver a la zorra de tu amiguita, o bueno puede que sí pero en pequeños pedacitos– culminó soltando una sonora carcajada al otro lado de la línea.
Athena se levantó como un resorte del cómodo sillón en el que había estado sentada. Su semblante pálido encendió las alarmas de Daniel que había dejado de caminar como un león enjaulado desde que sonara el móvil. Athena colocó ahora el altavoz para que Daniel y Álvaro escucharan.
— ¿Cómo sé que lo que dices es cierto? – inquirió cautelosa nunca creyó a Devon capaz de hacerle daño ni una mosca. Más bien era algo tímido e introvertido. Sí es cierto que en ocasiones ella creyó firmemente que él y Samantha no tenían nada que ver uno con otro. Pero de ahí a querer hacerles daño, era algo que no entraba todavía en su cabeza. Además el estado de nervios en el que se encontraba no la dejaba pensar coherentemente.
— ¡Escucha, perra asquerosa!– escupió molesto Devon– No estoy para tus juegos estúpidos, ¿acaso creíste que nunca me di cuenta de toda la mierda que siempre me tiraste con Samantha?¿Acaso pensaste que no me daba cuenta las de veces que se reían de mí a mis espaldas? No me vengas ahora con esa chorrada. Te conozco muy bien Athena Blandes. Tengo a Samantha y tienes hasta la medianoche para pagar 50 millones de dólares.— ¡De dónde voy a sacar todo ese dinero en tan poco tiempo!– chilló nerviosa.
— ¿No me dijiste que tu amiguita tenía un novio rico? Pídeselo a él. Y dile de mi parte que ese dinero me lo debe por joder a mi padre. ¡Díselo! Dile al poderoso Daniel Pitt que tengo a su putita– sonrió con descaro.
Daniel arrebató el teléfono de las manos de Athena, que lo miró aterrorizada, y quitó el alta voz.
— Escucha, ¿Devon?,ese es tu nombre¿No?– comenzó Daniel con voz calmada a pesar del volcán en erupción que se desataba en su pecho.– Si realmente quieres el dinero necesito saber que Samantha está bien, quiero hablar con ella.— ¡Vaya!¡Wow!– exclamó Devon sarcástico– el señor todo poderoso al habla.– Pues lo siento porque no va a poder ser. Quiero el dinero que le quitaste a mi padre. Solo así volverás a verla.
— Pues fíjate tú– exclamó Daniel con fuerza, seguro, pero empleando el mismo tono calmado de antes– Como bien sabes, soy un hombre muy ocupado si no puedo hablar con Samantha no tendrás ni un puto centavo. Espero que te halla quedado claro.Y diciendo esto Daniel colgó la llamada. Athena lo miró furiosa.
— ¡¿Pero qué demonios hiciste?!– chilló la chica mirándolo con asombro.
— Demostrarle que él no tiene el control. – respondió escueto– Tranquila. Si no me equivoco, volverá a llamar y esta vez podremos saber si Samantha está bien.
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Serás mía
RomansaAl morir su padre Samantha Jones quedó en la más profunda miseria. La gran mansión en la que creció había sido hipotecada por su progenitor y estaba a punto de perderla. Daniel Pitt estaba obsesionado con una mujer desde que la vio en aquella gala b...