Samantha no podía creer semejante desfachatez de aquel hombre. ¿Acaso creía que ella era un pedazo de carne o un objeto que pudiera comprar? Su corazón comenzó a latir con fuerza de nuevo. Estaba metida en buen lío. « ¡Oh, papá, qué fue lo que hiciste!» gimió internamente. La confusión se apoderó de ella y se puso de pie con rapidez, necesitaba salir de aquel lugar para poder pensar, para poder respirar. Pero al girar para salir corriendo de allí chocó con un pecho fuerte y musculoso, un cuerpo duro que parecía de granito puro. Él aprovechando su confusión adivinó sus pensamientos por lo que se había puesto detrás de ella sin que se diera cuenta, bloqueándole la salida. No podía dejarla ir, no ahora que la tenía tan cerca. Si la dejaba marchar lo más probable es que no la volviera a ver y eso jamás lo permitiría.
— Suélteme, señor Pitt— escupió con rabia y volviendo a dirigirse a él en tono formal.
Daniel la había rodeado con sus brazos por la estrecha cintura pegándola más a él sin temor a que ella sintiera la dureza entre sus piernas.
— Yo no estoy en venta— masculló levantando su rostro para mirarlo a los ojos. Era un hombre alto pues a pesar de que ella misma medía 1.75 y llevaba tacones su frente apenas rozaba el mentón masculino. Sintió la dureza de su falo contra su plano abdomen y se sintió excitada. Pero estaba molesta con él. Molesta por creer que podía comprar a todo el mundo, molesta porque era arrogante y sexy y tan... Y ahí estaba de nuevo con su mente calenturienta y se reprendió a sí misma por eso.
— Yo no intentaba ofenderte, Samantha— explicó él, afectado también por la cercanía de ella a su cuerpo. Por su aroma a flores silvestres que lo tenía hipnotizado — Solo quise llegar a un acuerdo beneficioso para ambos. Estamos hablando de mucho dinero que estoy dispuesto a perder por ti.
— Querrás decir por tenerme en tu cama— sonrió con amargura.
— ¿Tan malo sería estar en mi cama, Samantha? — preguntó él visiblemente dolido por el rechazo. Un rechazo al que no estaba acostumbrado.
— No estoy diciendo eso — rectificó con rapidez — Es que de la manera en que lo expresas me comparas con una puta y no lo soy y si aceptara, sería ir contra mis principios, mi dignidad.
— Los principios y la dignidad no teayudarán a cancelar la deuda ni te devolverán tu casa— replicó irónico— Yo sí.Daniel observó aquellos labios rojos entreabiertos y un deseo animal se apoderó de él y no pudo evitar besarla.
Un beso hambriento de aquellos labios que tanto había deseado, con los que tanto había soñado. Al ver que ella no se apartó sino que respondió con el mismo fervor, la apretó más a su cuerpo. Quería sentirla. Quería que fuera suya y de nadie más.
Aquel beso los tomó desprevenidos a ambos. Los hizo sentir cosas que jamás habían sentido con nadie más.
— Serás mía, Samantha Jones— susurró él en sus labios para luego besar su cuello y enredar sus dedos en el sedoso cabello color oro de la joven para que sintiera su necesidad, su desesperación.
ESTÁS LEYENDO
Serás mía
RomanceAl morir su padre Samantha Jones quedó en la más profunda miseria. La gran mansión en la que creció había sido hipotecada por su progenitor y estaba a punto de perderla. Daniel Pitt estaba obsesionado con una mujer desde que la vio en aquella gala b...