Capítulo 18

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El timbre de su móvil despertó a Samantha, que aún soñolienta palpó con molestia y desespero la mesita de noche para acallar al maldito aparato.
Sintió cada músculo de su cuerpo resentido debido a la intensa jornada de sexo vivido la noche anterior con Daniel, suspiró evocando el delicioso recuerdo de los labios masculinos por cada rincón de su cuerpo. En la madrugada él la despertó nuevamente empalmado poseyéndola una y otra vez.

Estiró su cuerpo cual felino quedando bocarriba en la mullida y enorme cama sintiendo las caricias de las exquisitas sábanas blancas de algodón sobre su cuerpo desnudo.
Su celular había dejado de sonar y decidió evocar el delicioso recuerdo de Daniel haciéndola suya.
Definitivamente el sexo con él había sido espectacular. «El mejor que tuvo en años», ¡qué mierda!«el mejor de toda su vida»pensó con una sonrisa satisfecha en sus labios. De pronto su semblante cambió al pensar en su situación actual. En su casa,  que ya no le pareció tan importante recuperarla, en el contrato con Daniel, en que ya le quedaba poco tiempo del pactado.
Se sintió angustiada, o más bien aterrada. Pero a la vez ilusionada y ¿Confundida?
¿Qué pasaría cuando el mes fijado llegara a su fin? ¿Podría ella aceptar la propuesta de matrimonio que él le hiciera? Y de no ser así, ¿Cumpliría él con lo prometido?
Cubrió su rostro con frustración.
Un millón de sensaciones confusas martillaban en su mente. Estaba hecha una mierda y ya ni siquiera tenía claro qué debía sentir ni cómo actuar.
El sexo nunca había sido tan seductor. ¿Qué demonios había pasado?
Daniel.
Daniel Pitt era lo que había pasado.
Daniel, tan peligroso como un tornado que absorbe y destruye todo a su paso.
Jamás volvería a ser la misma.
¡Joder!Ahora sí que estaba verdaderamente jodida.
Su celular volvió a sonar y esta vez le dio tiempo a contestar no sin antes observar que eran las diez de la mañana ya.
Palpó el otro lado de la cama buscando el calor masculino y suspiró al sentirlo vacío con un frío recibimiento; lo que denotaba que Daniel había salido hacía ya un buen rato.
¿Decepción?
¿Abandono?
El caso es que sintió una opresión en el pecho, como si estuvieran estrujándole con fuerza el corazón.
Le hubiera gustado, esperado, deseado ¿Quizá? Despertar en los brazos de Daniel y sentir su calidez, como una pareja normal.
«Cierto» reconoció ella recordándose mentalmente. Ellos no eran una pareja normal. Ella solo era el pago a una deuda que sin lugar a dudas, perdió toda validez, pues al parecer ya había logrado su único objetivo, el de llevarla a la cama, y al hacerlo perdió todo interés en ella.
Eso, lejos de alegrarla, la entristeció«¿Por qué?» se preguntó Samantha.
¡Mierda, el teléfono! recordó la chica mirando la pantalla y ver el nombre de Athena.

—Estaba a punto de coger un avión e ir a buscarte yo misma– exclamó Athena con reproche como saludo.

— Buenos días para ti también, Athena — replicó como respuesta con ironía — Disculpa si ayer no te llamé, toda esta situación me tiene algo retraída.
— Lo sé y lo entiendo— explicó Athena suspirando—  pero no dejo de preocuparme por ti. Te fuiste tan de repente y cada vez que hablamos por teléfono generalmente respondes con monosílabos o con ambigüedades,¿ es en serio, Sam?— la reprendió esta—  ¡Por Dios! Estoy preocupadísima por ti.
— Lo sé, cariño– expresó apenada disculpándose de nuevo. — He estado  tan concentrada en mis problemas y en esta loca situación en la que me encuentro con Daniel que he olvidado por completo todo lo demás. No volverá a pasar, lo juro.

— Eso espero, Samantha Jones, o de lo contrario te daré unos buenos azotes en ese enorme trasero gordo que tienes — bromeó Athena.

— No tengo un trasero gordo— exclamó Samantha, haciéndose la ofendida y soltando una carcajada ante las ocurrencias de su amiga.

— Y dime ¿cómo estás?, ¿qué ha pasado?,¿cuándo vuelves?– interrogó ansiosa— ¿Te está tratando bien ese tipo?¿o tengo que cortarle sus huevos?

— ¡Por Dios, Athena– exclamó Sam debido a la sarta de preguntas de su amiga— ¿Ahora trabajas en el FBI, la CIA o en otra agencia secreta de la cual nunca he oído hablar?— bromeó para mortificarla.

— No tiene gracia Sam, he estado preocupada por ti y es en serio—protestó Athena. 

Samantha pasó su mano libre con frustración por su rostro. Se sentó arrecostándose a la cabecera de la cama.

— Disculpa. En serio no tenía cabeza para nada más— sollozó.

— Te acostaste con él— afirmó Athena. No cabía dudas que la conocía mejor que nadie.— Y por tu incómodo silencio te gustó más de lo que quisieras admitirte a ti misma¿O me equivoco?

— Nop, no estás errada compañera— gimió con voz lastimera. Las lágrimas atenazaban su garganta.

— Sip, te conozco lo suficiente como para asegurarte que estás tan enamorada de Daniel como perra en celo— agregó

— Y tú con ese vocabulario tan fino como estiércol en arroz— exclamó sin poder aguantar una sonrisa. No cabía dudas que hablar con Athena le hacía bien. Su amiga era tan sutil como un martillazo en un dedo.— Pero sí, creo que tienes razón.

— Siempre la tengo. Y me conoces Sam, ya sabes que los eufemismos no van conmigo. Yo soy más de al pan, pan y al vino, vino.— Athena hizo una breve pausa y oyó a su amiga supirar—¿Y cuál es realmente el problema Sam?, tú lo quieres, él también se casan y vivieron felices y comieron perdices.

— Ojalá todo fuera tan fácil. Daniel pasa de mí como como la mierda. Ya logró su objetivo y se cansó de mí.— sollozó

— ¿En serio?— espetó con sarcasmo— Debes ser la puta más cara del planeta. ¿En serio crees que Daniel perdería tantos millones solo por acostarse contigo? ¿Eres tan buena en la cama?— bromeó Athena— Voy a tener que acostarme contigo y así me das unas clases de sexo,¿No te jode?. Ese tipo está muerto en la carretera contigo, lo que pasa es que los dos son tan orgullosos que no quieren dar su brazo a torcer y ...

— Mejor cambiemos de tema— cortó Samantha— No quiero que él nos escuche, por favor.

— Está bien, Rebeca Linares— bromeó Athena haciendo alusión a una famosa actriz porno— Tengo que decirte algo importante.

— ¿Qué ocurre?— interrogó Samantha al escuchar el tono preocupado de Athena.

— Devon acaba de irse. Está buscándote como loco. Claro que lo mandé a la mierda— aclaró antes de darle tiempo siquiera a Samantha de decir algo al respecto— Según él está arrepentido y bla bla bla— prosiguió— Yo le dije que no querías saber nada de él, que seguías más pobre que un pollo sin plumas y que estabas por casarte con un millonario. Y sí, antes de que me regañes y digas que metí la pata al asegurar tu futura y pronta boda, no me arrepiento. El muy estúpido se lo merecía después de lo mal que se portó contigo.

Samantha suspiró, no cabía dudas que su amiga no tenía remedio. Athena era muy impulsiva a veces.
— ¿No vas a regañarme?— prosiguió Athena al sentir el mudo silencio de su amiga al otro lado de la línea telefónica.

— Si ya sabes que metiste la pata no veo objetivo alguno en hacerlo. Ya el mal está echo— dijo resignada—  Y tienes razón, no quiero saber nada de ese idiota. No quiero volver a verlo en mi vida. El solo recordar que estuve con él y puso sus manos en mi cuerpo me provoca náuseas, además no es tan bueno en la cama como quiere o le han echo creer, da lástima el pobre— sonrió junto a su amiga—  No tienes idea lo difícil que fue tener que fingir un orgasmo con él. Solo deseo que pase ya toda esta pesadilla.

— Te entiendo amiga, luego de haber probado semejante manjar con Daniel el pobre Devon se vuelve nada— exclamó sin poder aguantar otra carcajada— Mi madre siempre dice que no es la caricia, sino quién te toca.

— Sabias palabras. Saluda a tus padres de mi parte. No sé cuánto tiempo más estaré acá ya solo queda una semana para que se cumpla el mes. Te confieso que no tengo idea de lo que pasará después.

Ambas se despidieron con la promesa de verse lo más pronto posible, teniendo en cuenta la situación en la que estaba Samantha. Que era bastante incierta.

Serás míaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora