Un rubio se encontraba muy asustado; acababa de salir de clases, no habían pasado ni 10 minutos cuando lo rodearon unos pandilleros.
— ¿Eres Hanagaki? — preguntó uno de ellos.
Su aspecto si que era aterrador, tatuajes por todo su brazo, vestimenta con un símbolo desconocido para Takemichi, sin duda parecían ser gente peligrosa.
— ¿Quiénes son ustedes? — preguntó tratando de verse sereno e inclusive amenazante, mientras por dentro se estaba muriendo de miedo y temblaban hasta sus pulmones.
— Eso no te debe de interesar, tenemos algo pendiente contigo, Hanagaki — mencionó otro de ellos.
Otro par alzaron los puños para golpearlo, Takemichi cerró los ojos esperando el golpe, pero este nunca llegó.
Abrió sus ojos y vió como un brazo estaba deteniendo los golpes.
— Higuchi-chan — murmuró con asombro.
— ¿Te encuentras bien, Take-kun? — preguntó esta con toda la calma del mundo, como si no estuviese en medio de una pelea.
— ¡Oi, ¿Quién te crees, maldita?! — exclamó el que parecía ser el jefe.
— ¿Quién te crees tú? tratando de golpear a uno de mis subordinados — dijo con una mirada amenazante pero con su rostro relajado.
Ahí fue cuando algo hizo "click" en la mente de uno de ellos.
— Oi, mejor vámonos, esa chica es peligrosa — murmuró asustado.
— ¿Peligrosa? ¡Ja! Peligrosas mis-
No pudo terminar la oración cuando se encontraba en el suelo escupiendo sangre.
— Tsk, acababa de limpiar mis botas — exclamó la chica con una mueca de desagrado.
— Higuchi-chan, detengase, mejor vámonos y no se meta en problemas por mi culpa — le susurró Takemichi tratando de convencerla.
— No, se atrevieron a venir a buscarte, ahora las pagarán.
— ¡Maldita! ¡¿Qué le hiciste al jefe?!
— ¡Basta! Es mejor no meternos con ella, es una de las comandantes de la ToMan — murmuró con miedo; tal y como si hubiesen visto algún fantasma, los rostros de todos palidecieron.
Uno de ellos tomo a su jefe y lo colocó en su hombro; después de eso todos se fueron despavoridos.
— Malditos gallinas.
— Higuchi-chan, ¿Cómo supo que estaba en problemas?
— No lo sabía, vine por tí porque quería invitarte un helado, ¿Aceptas? — preguntó la chica más tranquila y con una pequeña sonrisa.
— Uhm, claro... — murmuró Takemichi con un tenue color rosado en sus mejillas.
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