Tomó asiento en una de las bancas que había en la estación de trenes, aún faltaban un par de minutos para que el transporte pasara, por lo que se dedicó a pensar en las cosas que había por hacer al llegar a su trabajo.
Todo estaba tranquilo hasta que una presencia ajena lo alertó, prefirió observar por el rabillo del ojo. Notó como una joven, quién parecía de su edad, tomaba asiento al otro extremo de la banca.
Ella no parecía percatarse de Inui, ya que está al parecer tenía audífonos y teléfono en mano. Seishu intento ignorarla pero no lo lograba, había quedado cautivado al verla, su hermoso y sedoso cabello que se movía al compás del viento, sus pies que inconcientemente se movían a lo que seguramente ella escuchaba.
Había quedado en una clase de hipnotización, tanto así que ni siquiera se dió cuenta cuando el tren llegó, reaccionó en cuanto escuchó la alarma que daba el tren antes de cerrar las puertas. Este rápidamente se puso de pie y casi saltó al vagón, lograndolo exitosamente.
Entró a uno de los vagones buscando su asiento, en cuanto lo encontró se sentó regañandose a si mismo por ser tan distraído. En el trayecto iba sumido en sus pensamientos, hasta que algo chocó con sus pies, era una bolsa de chica, la alzó y buscó con la mirada a quien podría pertenecerle.
Quedó mudo, el vagón estaba vacío, solo estaba él y la chica la cual momentos antes le había robado el aliento. Tragándose los nervios se removió de asiento para llegar a ella, quedando con par de asientos como diferencia.
— Disculpa, creo que esto es tuyo — habló con voz baja.
Ella no se inmutó y siguió adentrada en su celular. Él por un momento se sintió mal, creyó que ella lo ignoraba, hasta que recordó y se percató de que ella tenía audífonos.
Se golpeó mentalmente, tomó valentía y con su dedo tocó su hombro un par de veces, ella reaccionó y se quitó un audífono. Lo miro y se sorprendió un poco, creyó que el vagón estaba vacío, pero al parecer no era así.
— ¿Si?
— Uhm, esto.. creo que esto es tuyo — extendió la bolsa hacía ella.
— Vaya, que distraída soy, muchas gracias — hizo una leve reverencia con la cabeza, Inui se la devolvió.
Él se alejó un poco y fingió que usaba su celular, aunque lo que quería era evitar pasar más pena. Una mala jugada de su mente le dijo que ella si lo había escuchado a la primera pero que lo había ignorado, sintiendose mal.
Claro que esto no era así, ella de verdad escuchaba música, ya que, pese a tener audífonos, las canciones se escuchaban levemente, dando a entender que el volumen lo tenía alto.
Al llegar a la estación indicada, bajó del tren, y se dirigió a su trabajo. Entrando a la tienda de motocicletas se colocó su uniforme y comenzó con su labor.
Mientras trabajaba por más que quería no podía dejar de pensar en la señorita que conoció en la estación de trenes.
— ¿Ocurre algo? — Draken le preguntó al notarlo muy distraído.
— No, ¿por qué lo dices?
— Pareces estar pensando mucho, ¿una chica? — supuso con una ceja alzada.
Seishu no respondió, aunque el ligero rubor en sus mejillas lo delató. Ken no quiso tocar más el tema, si él quería hablar lo haría y no parecía querer hacerlo. Ambos continuaron con su trabajo en silencio.
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