Luego de estar merodeando al rededor del distrito de Roppongi, los hermanos se detuvieron un momento para pensar a dónde se dirigirían a continuación. Pero el menor de ellos interrumpió a su hermano para decirle que ya tenía planes, y que lamentablemente no podría acompañarlo esta vez.
Al Ran no le molestó, al contrario, creyó que era muy bueno que su hermanito estuviera en distintos lugares, a los cuales no fuera con él, no lo malinterpreten. A él le encantaba pasar tiempo con su joven hermano, pero creía que era bueno que él también pasará el rato sin él.
Luego de concordar verse de nuevo en su casa ambos se separaron, llendo hacía distintas direcciones.
Ran orgulloso iba a deambular por ahí, mientras se sentía feliz por su hermano. Era bueno que anduviera solo, sabía que no tendría problemas así que eso era lo que menos le preocupaba.
Pero luego ese sentimiento se fue convirtiendo en confusión e intriga.
Pasaron semanas y Rindou seguía negando las salidas con su hermano mayor, excusándose de que tenía cosas por hacer, la mayoría de veces se iba sin esperar respuesta por parte de su hermano.
El mayor de los Haitani se sentía levemente olvidado e ignorado, ya que, su hermanito había dejado aquellas tardes de andar molestando o asustando a la gente para hacer... ni siquiera sabía que era lo que hacía.
Cuando Ran trataba de preguntarle acerca de a dónde iba la mayoría de tardes su hermano cambiaba el tema notoriamente, o simplemente lo ignoraba.
Lo que más confundía a el mayor era que cuando Rindou llegaba a su casa casi siempre entraba extrañamente feliz y curiosamente cansado y adolorido de la espalda o piernas.
El de trenzas se hacía suposiciones de a dónde su hermano se dirigía, y en cierto modo entendía que el contrario no quisiera decirle a dónde iba. Sin embargo, no evitaba sentirse dolido, ¿cómo era posible que rindou no tuviera la suficiente confianza como para contarle algo como eso? lo sentía, mas no lo decía.
El recuerdo de como el de lentes comenzaba a cambiar su forma de alimentarse llegó. Luego de un par de días de estar escapándose, Rindou le pidió a su hermano comenzar a comprar fruta y verdura, entre estás se destacaba la piña, el plátano, fresas, manzanas, uvas, etc.
La mente del mayor no tardó en hacerle una mala jugada, y comenzar a malinterpretar el asunto. Y cada vez que iban al mercado a comprarlas Ran codeaba y le guiñaba coquetamente el ojo, en manera de "confidencialidad", siempre ganándose muecas confundidas por parte de su joven hermano.
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Al terminar los asuntos que tenían pendientes ambos hermanos se miraron, Ran ya sabía lo que su hermano diría, no obstante, espero a que hablara.
— Tengo cosas que hacer, ¿te veo en casa? — preguntó el menor comenzando a alejarse, y sin esperar respuesta se fue de ahí.
