Habías despertado por un fuerte olor a quemado, al notar que estabas sola en la cama supusiste quien era el culpable de tal aroma, asi que, aún asustada, te dirigiste a la cocina encontrando a tu novio con la mitad de su cuerpo fuera de la ventana. Tenía una sartén en una de sus manos y con la otra parecía estar ahuyentando el humo hacia afuera. Te relajaste al notar todo en orden y prestaste atención a la graciosa manera en la que se encontraba.
En silencio te acercaste a él, lo rodeaste por detrás logrando sobresaltarlo y que te mirara con los ojos abiertos de par en par.
—Cariño, me espantaste —dijo dándose la vuelta.
—Perdón, eso no era lo que quería —murmuraste, para después abrazarlo por detrás apoyando tu mentón en su hombro—. Pero, ¿Qué es lo que estas haciendo? desde la habitación me llega el olor a quemado, ¿está todo bien?
—Ah, eso —soltó una risa nerviosa y se dió la vuelta para mirarte mejor—, me atrapaste, estaba haciendo el desayuno para ti, mas bien intentando porque como podrás darte cuenta no salió muy bien.
No pudiste evitar una mueca de ternura en tu rostro, te parecía muy lindo que tu novio quisiese tener ese detalle sabiendo que no era necesario, al menos no ese dia pues una salida desde temprano estaba programada.
Te acercaste tomando su rostro con ambas manos, lo miraste con una sonrisa antes de presionar tus labios con los de él. Le quitaste la sartén de sus manos dejándola en el lavavajillas.
—No es necesario Shin, pero te lo agradezco, además ya es un poco tarde y sabes que debemos de terminar con esta vuelta hoy si o si —hablaste terminando de acomodar todo lo que estaba fuera de su lugar.
—Pero, es que yo si tengo hambre —murmuro.
Soltaste una carcajada al descubrir la verdadera razón del casi incendio en tu casa. Te dió un poco de lástima la cara de tu novio, asi que resignada y decidida (pero para nada obligada) a no dejar a Shinichiro sin comer, preparaste algo rápido para los dos.
—¿Estás listo? nos espera un largo día.
—Eso debería decírtelo yo a ti ¿no? —respondió, terminando de acomodarse los zapatos—, no sabes cuanto agradezco que me acompañes a comprar todo esto.
—Por dios, sabes que no me molesta en absoluto, quiero mucho a Manjiro y a Emma y esto es lo menos que puedo hacer por ellos, y por ti.
—Y sabes que ellos te quieren a ti.
Sonreíste para él, y ambos salieron de casa —con el estomago lleno y no especialmente con comida quemada— hacia el largo día que les esperaba.
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—Mira este, ¿no te parece mejor?, estoy segura de que a Mikey se le caera apenas lo abra y ese se ve más resistente —señalaste, llamando la atención de Shinichiro.
