Todo el camino estuve pensando en esa frase. Edward me confunde tanto, no me quiere besar pero sí halagarme.
Nos estacionamos cerca del museo y caminamos hasta él con cierta paciencia. Estando una vez adentro apreciamos cada detalle.
-¿Habías estado aquí antes?- Pregunté observando sus manos.
-Sí, un par de veces. La primera vez fue acompañado de mis padres, la segunda vez solo.- Su respuesta era sincera, no quería cuestionar que edad tenía o algo así.
-Me gusta mucho, es bastante lindo.- Quise romper la incomodidad que me hizo sentir al contestar de una forma que yo no esperaba.
-Ven, te tomaré fotos en las exposiciones permanentes, aquí sí se permite.- Me tomó del brazo y caminamos hacia una sala con poca gente.
-Toma, por si prefieres usar el mío.- Comenté al ver que estaba a punto de tomar las fotografías con su celular.
-No te preocupes, no me afecta en lo absoluto tener fotos tuyas llenando la memoria de mi celular.- No sabía si era sarcasmo o halago pero de pronto dejó de ver su celular y me miró fijamente. Me veía de una forma a la que yo no estaba acostumbrada a ser vista. Me sentía nerviosa, me sentía confundida, anhelaba besarle una vez más, solo un beso, no pedía más.
-¿Por qué tienes que ser tan bonita, tan joven...- Se acercó más a mi como si quisiera abrazarme.-...tan delicada...-Suspiró en mi cuello.-...tan dulce...-Plantó un beso.-...tan adictiva de ver y tocar?-
-¿Por qué no puedes besarme?- Cuestioné dejando que su respiración perdurara en mi cuello.
-Tara, no eres precisamente para mi, eres tan joven, tan llena de vida.- No importaba lo que dijera, no me estaba dando respuestas válidas a mi petición.
-Por favor, Edward, no he deseado algo con tanta fuerza, te tengo tan cerca como para robarte un beso pero yo quiero que seas tu quien me lo dé.- Rogar por algo no es mi tipo de actividad favorita pero de verdad lo necesitaba.
-¿Quieres solo un beso? Porque puedo darte solo un beso, Tara.-Su forma de decirlo tan seria, sus ojos estaban penetrando a los míos sin pedir permiso, bueno, Edward no necesitaba pedir permiso. Dios, en este punto no quería solo un beso.
-Edward, quizá no quiero solo un beso, si me das un beso ahora podría tomarlo como que quieres tomar mis caderas y hacer que brinque sobre ti.- Susurré lo suficientemente bajo para que nadie escuchara pero que él lo hiciera perfectamente.
-Estas jugando con cosas que no puedes controlar, pequeña Tara.- Me estaba matando su forma de hablar, ¿Por qué ser adulto te hace ver mejor?
-Quizá yo no pueda controlarte a ti pero tú a mi sí.- Lancé al aire esta frase y comencé a caminar pero sus brazos fueron más rápido y jalaron mi cintura hacia él haciendo que sintiera toda una corriente eléctrica por mi cuerpo, lo estaba deseando cada vez un poco más.
-Tara, creo que es hora de regresar al hotel.- No sé que hice pero logré algo que estaba deseando hace mucho.
Salimos casi corriendo del museo y llegamos hasta el coche, hacía bastante frío pero nuestros cuerpos ardían por sentirnos el uno al otro. Comenzamos a besarnos, sus labios eran algo tan adictivo que creí que jamás podría parar.
Tomamos aire y él comenzó a conducir en dirección al hotel, el calor podía conmigo más que mis nervios y eso me hacía sentir mejor de lo que esperaba.
-Tócate en el poco camino que queda.- Su voz me sacó de mis pensamientos y me pregunté si lo decía de verdad.
-¿Lo dices enserio?- Hay cosas que no conozco sobre Edward, no sé si lo que dice es completamente real o solo es una forma de ponerme más.
-¿Tú que crees, Tara?- Su forma de preguntar y verme me hizo saber que no era un broma, era una petición real.
Me deshice de mis botas para subir mis pies en el tablero del auto y recliné el asiento llevando mis manos por debajo de la falda mostrándole de lo que era capaz por un poco de placer de su parte.
Llevé mi mano hasta su boca para que humedeciera mis dedos y lo hizo de una forma tan seductora que un par de dedos no serían suficiente placer. Viajé mi mano hasta mi entrepierna y deslicé mis dedos por todo su exterior, estaba más caliente de lo común. No lo pensé más y me dejé ir, en un segundo mis respiraciones estaban inundando el auto de calor, placer y deseo, veía como Edward apretaba el volante como si eso hiciera que yo gimiera aún más fuerte. Llegamos pronto, retomé mi postura y me coloqué mis botines de nuevo como si un hubiera estado a punto de correrme en el sofá del copiloto.
Caminamos de prisa hacia nuestra habitación, tan de prisa que cuando por fin entramos no tuve tiempo para dar otro respiro, estaba cargándome y sus manos se situaban en mis muslos mientras me besaba. Caminó hasta ponerme sobre su cama y quitó cada prenda con lentitud, apreciaba cada parte de mi, cada pequeño pedacito de piel que quedaba al descubierto fue besada por sus dulces labios, pronto quedé solo con mis bragas puestas y yo deseaba quitarle cada pieza de su ropa pero él solo se quitó su gabardina y se quedó con esa camisa blanca que adoro tanto y esos pantalones negros de vestir. Aflojó de su corbata y me la colocó en el cuello haciendo que quedara en medio de mis pechos. se deshizo del cinturón de su pantalón y desbrochó su botón.
-Te deseé tanto desde el primer día, te ves tan frágil que temo romperte de las embestidas tan fuertes que pienso darte.- Habló tan suave en el hueco de mi cuello que no quería que parara nunca.
Comenzó a besar mi cuello dejando un rastro de su saliva desde mis clavículas hasta mi abdomen, metió sus manos entre mi espalda y el edredón haciendo que me arqueara. Su boca bajó por mi vientre y sus manos jugueteaban en mi espalda. Mi ropa interior desapareció haciendo que la única prenda que decorara mi cuerpo fuera su preciosa corbata negra satinada. Su lengua se abrió paso por mi clítoris y gemí involuntariamente por su roce, nunca antes sentí la gloria hasta que su lengua conoció lo más íntimo de mi ser.
Sus dedos se unieron a nuestro espectáculo, estaba lo suficientemente húmeda como para que entraran de una estocada, me amoldé tan bien a ellos que sentí que podría venirme una y otra vez en su mano.
-Por favor...no...par...- El aire me faltaba lo suficiente como para no poder estructurar una frase completa.
-Eres mía, Tara, eres solamente mía.- Dijo besando mi entrada.- ¿De quién eres, pequeña zorra?- Lo que dijera me ponía aún más y aunque fuera despectivo que me llamara de esa forma solo quería que me siguiera llamando así.
-Soy tuya, siempre tuya, Edward.- Tomé el suficiente aire para poder decirle una frase entera.-¿O prefieres que te llame papi?
No tardó ni medio segundo después de mi pregunta para tomar mis brazos y apretarlos contra la cama y después de deshizo de sus pantalones, sacó lo que más ansiaba ver, su tamaño no cambiaba, seguía tan perfecto como la ultima vez que le vi.
Un par de segundos más y estaba en mi entrada listo para entrar.
-Te lo ruego, entra en mi.- No sabía de qué otra manera rogar para que me hiciera suya de una vez por todas.
No lo pensó más y de una estocada estaba dentro de mí y no pude evitar gritar tan alto como para que Edward gimiera en respuesta a mis gritos. Sus embestidas empezaron muy lento pero poco a poco subieron de ritmo, se hicieron más rápidos y más duros, estábamos gimiendo boca a boca y su sudor se mezcló con el mío.
-Tara...estoy por venirme.- Edward hizo su cabeza hacia abajo dejando caer su cabello en mi cara. Sentí como el líquido hirviendo se esparcía por todo mi cuerpo y al mismo tiempo me vine y nuestros fluidos se mezclaban haciendo que respiráramos aún más pesado y nuestros cuerpos cayeran totalmente sobre la cama.
-Coges tan bien, pequeña Tara.- Dijo Edward besando mis labios y abrazándome para descansar.
-Gracias, papi.- Dije después de corresponderle el beso y cerré mis ojos para dormir.
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¿Seremos Una Historia Cliché?
RomanceToda mi vida la había pasado sin relaciones amorosas y con pocas amistades cercanas pero una decisión cambiaría el sentido de mi vida, personas nuevas haciendo que me pregunte, ¿Seremos una historia cliché?