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-Oh por dios, ¿Estoy alucinando o porqué hay una princesa en la puerta?.- Dijo un chico vestido de blanco acostado en una cama con cables conectados a las manos y un delgado cablecillo en la nariz.

-No soy una princesa.- Dije acercándome lentamente.

-¿Eres una deidad?.- Preguntó Alexander.

-¡Basta! ¿Ahora estoy tremendamente roja, cierto?.- Pregunté cubriendo mi cara con mis manos.

-Lo suficiente como para ver que serías un bonito tomate.- Dijo riendo con una mueca de dolor mientras se aplastaba el estómago.

-Eres un tonto. ¿Cómo sucedió esto?- Pregunté dejando los halagos de lado.

-Un carro pasó su semáforo en rojo y yo crucé.- Dijo de manera seria.

-Lo lamento tanto, esto ha sido mi culpa.- Dije reprochándome.

-No lo es, son solo eso, accidentes.- Habló tan pacíficamente que me daba una calma profunda.

-Pasaré la noche aquí si con eso puedo compensarlo.- Dije sentándome en el sofá que estaba frente a la camilla.

-¿Puedes darme un beso en la frente?.- Preguntó y yo sonreí asintiendo.

Me quedé viendo como iba cerrando sus ojos poco a poco, parecía un pequeño angel, era un chico muy apuesto pero definitivamente no podría gustarme. Seremos amigos, buenos amigos.

Cuando menos me di cuenta quedé dormida pero al toque de la puerta desperté inmediatamente, se trataba de la enfermera.

-Bueno, Alexander. Tu cuerpo es muy fuerte así que solo estarás un par de semanas aquí, no te preocupes.- Dijo la señora de al rededor de 40 años.

-Que alegría poder escuchar eso.- Dije sonriendo. La enfermera salió y me quedé sola con él otra vez.

-¿Podrías ver si mi madre está afuera?.- Preguntó Alexander y yo asentí saliendo de la habitación inspeccionando los pasillos y una señora estaba sentada en una banca.

-Disculpe, ¿Es familiar de Alexander?.- Pregunté refiriéndome a la mujer del asiento.

-Yo soy su madre.- Dijo otra mujer que venía corriendo desde el fondo del pasillo con lágrimas en los ojos.- Recién me informaron del accidente.- Habló y le di una sonrisa sincera.

-La dejaré sola con él.- Hablé mientras entrábamos a la habitación.- Alexander, debo irme pero vendré a verte pronto, espera por mi.- Dije despidiéndome con un beso en la frente y un abrazo hacia su madre.

Salí de la habitación con mi bolso en una mano y mi teléfono en la otra, ya eran las 7 am así que con el poco dinero que traía pasé a comprar un café y conduje hasta mi casa. Sentía la cabeza explotar, no fue una buena noche y solo quería dormir.

Al llegar a casa estacioné el auto en la acera, planeaba salir a dar un paseo con Alice más tarde, obviamente después de descansar. Bajé sin mis tacones puestos y entré a la casa.

Había un desastre en la sala, se ve que la pasaron bien anoche. Probablemente los cuartos de invitados estaban ocupados por mi familia ebria, subí a mi habitación con sumo cuidado para no despertar a la gente que anoche se puso hasta olvidar su nombre. Al abrir la puerta me encontré con una Alice en mi cama arropada. Invasora.

Entré a mi baño y me retiré el maquillaje, el vestido bonito y me di una ducha rápida para regresar a la cama con mi pequeña.

Al salir tomé una camisa y me la puse, entré a la cama abrazando a Alice y el sueño me consumió haciendo que perdiera la noción del tiempo.

¿Seremos Una Historia Cliché?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora