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-Lía, ¿Dónde está, Luke?- Pregunté viendo la hora, el reloj estaba a punto de marcar las 6:00 pm y el todavía no llegaba, me preocupaba porque ya había hablado con Edward sobre lo que haríamos antes de la cena, decorar. Graham estaba por llegar y Luke ni sus luces.

-Me dijo que paró al supermercado por vino, me imagino que no ha de tardar.- Dijo mientras cargaba en sus manos las cajas de esferas para posteriormente colocarlas al costado del pino que casi rozaba el techo. Las campana sonaban por toda la casa indicando que alguien estaba afuera, obviamente no era Luke ya que el tenía llaves. Salí a toda prisa de la sala hasta llega a la enorme puerta y abrirla con unos nervios enormes. Ni siquiera me gustaba Edward, dije para mis adentros.

-Buenas tardes, traje vino.- Dijo Graham alzando una caja de cartón muy elegante para mis gustos.

-No era necesario, pasa.- Dije y él dio un par de pasos hasta quedar frente a mi.

Su perfume inundó mis fosas nasales, un olor tal delicioso que podría ser adictivo, que ganas de poder olerlo siempre que quisiera, bueno, de hecho podría olerlo siempre ya que ser su novia falsa no quita que sea su novia. Vaya estupidez que acabo de pensar.

-Hola.- Dijo Lía levantándose del sofá para estrechar su mano. Ahora que los veo me doy cuenta que Edward es demasiado alto, quizá rozaba el 1.90 y yo con apenas 1.51 parecía una hormiga a su lado.

Intercambiaron un par de palabras y Lía se disculpó ya que debía llamar a su madre, no quise preguntar ya que imaginé que era para ponerla al tanto de lo que hacíamos y esas cosas que previamente había hablado yo con mis padres.

-¿Quieres beber algo?- Pregunté tratando de sacar conversación.

-No, gracias.- Dijo viendo mi cara de una manera rara, ¿Tenía algo en ella?- ¿Eso es una cicatriz? Es casi invisible.- Preguntó frotando mi mejilla con su pulgar, la sensación me derritió y ni siquiera lo hizo de manera romántica.

-Sip, me la hice cuando era pequeña, yo no lo recuerdo pero mis padres siempre lo dicen a los cuatro vientos.- Dije en voz baja, no me molestaba porque casi no se notaba y era muy pequeña, quizá medía una pulgada o menos.

-Me gustaría saber esa historia.- Dijo sin dejar de ver mi pequeña marquita y a mi me dio ternura la manera en que me veía.

-Cuando era pequeña fui a casa de una tía y ella estaba costurando unas prendas, ella me dejó sentada en la mesa y yo gateé hasta la máquina de coser y metí la cabeza donde la aguja, sin querer se aplastó el botón para que la aguja cosiera y mi mejilla quedó atrapada ahí.- Dije contando tal y como mi madre lo hacía ya que yo no recordaba este acontecimiento.

-Uh, me dolió de solo imaginarlo.- Comentó acariciando su mejilla con cuidado y yo solo sonreí.

-Yo no lo recuerdo, no supe que tan fuerte fue el dolor pero no debió ser nada suave.- Dije ladeando la cabeza un poco, me sentía con cierto temor y no porque el fuera malo si no que su mirada me intimidaba demasiado, el tan mayor y alto que hacía que me sintiera tan pequeña, más de lo que era.

-Supongo. Por cierto, ¿Le comentaste a tus amigos sobre la fiesta de año nuevo?- Preguntó dejando la conversación pasada de lado y volviendo a un tono frío, me costaría acostumbrarme a esto.

-Sí y aceptaron pero yo estoy nerviosa.- Dije lo último en voz baja, la verdad sí tenía muchos nervios ya que nunca había tenido novio y tener uno falso para que el mundo creyera que era real era raro y complicado.

-¿Prefieres no ir? Debes estar cómoda aunque levantaría sospechas.- Dijo analizando la situación y negué rápidamente con mi cabeza.

-Claro que iré, no puedo solo no ir, luego me robarán a mi novio.- Dije bromeando entre risas y el también se rió, no fue incómodo así que ese efímero momento lo disfruté mucho. Me recordaba a Chase pero en una versión no patán.

¿Seremos Una Historia Cliché?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora