5. Fútbol, nombres y árboles genealógicos.

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—¡Kate, ya son las nueve! —gritó papá desde la cocina.

—¡Nooo! —protesté mientras me levantaba, aún medio dormida. Los domingos por la mañana siempre eran difíciles, especialmente porque tenía partidos de fútbol temprano.

Me vestí rápidamente con mi uniforme gris, el cual tenía mi número, el 27, y "Jenner" estampado en la parte trasera. Bajé a la cocina, aún tratando de despertar completamente. El desayuno fue rápido: solo un vaso de leche y un panecillo, ya que no podía comer mucho antes de correr por todo el campo.

—¿Ya estás lista? —me preguntó mamá cuando pasé por la cocina.

—Sí, Brooklyn pasará por mí en unos minutos —respondí.

Brooklyn y yo jugábamos en el mismo equipo de fútbol, y cada domingo ella pasaba a recogerme para ir juntas al partido. Jugábamos a las 9:30, y el campo de fútbol estaba justo detrás de Lauren's. Lena, nuestra amiga, siempre venía a vernos jugar. Era como nuestra porrista personal, animándonos en cada juego.

Mis padres rara vez venían a los partidos, solo habían asistido al primero que jugué. No era porque no quisieran, sino porque siempre tenían cosas que hacer. Entendía eso y no me molestaba. Sabía que me apoyaban de otras maneras.

—¿Llevas todas tus cosas? —preguntó mamá, mientras revisaba con la mirada.

—Sí —respondí, señalando mi mochila

—. ¿Y te pusiste protector solar?

—Sí, mamá —dije, anticipando su siguiente pregunta.

Justo en ese momento, el timbre de la casa sonó, lo que significaba que Brooklyn ya había llegado.

—Los veo después —les dije mientras me dirigía a la puerta.

—¡Suerte! —gritó papá desde la cocina.

—Ten cuidado, Kate —pidió mamá, con esa preocupación que siempre mostraba.

—Gracias, lo tendré —respondí mientras salía corriendo hacia la puerta.

Al salir, vi a Brooklyn esperando, con su uniforme que mostraba el número 15. Llevaba su mochila y su característica melena rubia suelta, y sus ojos azules brillaban con emoción. Estaba claramente lista para el partido.

—¿Estás lista, Jenner? —preguntó con seriedad, pero con una chispa de diversión en sus ojos.

—Más que eso, Sullivan —le respondí, sonriendo.

En los días de competencia, Brooklyn y yo solíamos llamarnos por nuestros apellidos, como si estuviéramos en un gran evento deportivo. Caminamos juntas hacia el campo de fútbol, discutiendo algunas estrategias que creíamos que nos ayudarían a ganar el partido.

Al llegar al campo, miré hacia las gradas. Había algunos padres de los jugadores, pero la mayoría eran personas que solo querían disfrutar del juego. Saludamos a nuestra entrenadora, Sorell, cuando llegamos a las bancas.

—¡Al fin llegaron! —dijo la entrenadora con un tono que mostraba su nerviosismo.

Revisé mi reloj, algo sorprendida de no haber llegado tarde, como solía sucederme.

—Faltan 15 minutos —dije, tratando de tranquilizarla.

—Oh, lo siento, estoy nerviosa —admitió la entrenadora—. Siéntense y empiecen a calentar.

Brooklyn y yo nos dirigimos a las bancas, donde ya estaban algunas de nuestras compañeras de equipo: Rose, Emma, Tessa y April. Faltaban por llegar Ciara, Indiana, Meghan, Laurel y Sasha. Rose, nuestra capitana, siempre era la primera en llegar, asegurándose de que todo estuviera en orden.

La última JennerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora