56. Cuando su mundo se derrumbo

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—¿Qué pasó? —preguntó Timothée cuando me vio tan acelerada.

—Solo tengo que ir a casa.

—¿A tu dormitorio? —preguntó, confundido.

—A Los Ángeles —dije, poniéndome el abrigo—. Ay no. No tengo mi auto.

—Llegaste caminando, tu dormitorio está a 100 metros.

—No, le van a hacer el servicio semestral, lo llevé a la concesionaria.

—¿Lo llevas a la concesionaria? Eso te sale carísimo.

—No importa lo caro, solo que no lo tengo. Y allí no está caro. Significa que debo tomar un taxi al aeropuerto y ver si hay un vuelo.

—Te tomará horas —dijo.

—Lo sé y por eso me voy.

—Llévate mi auto —me dijo.

—No puedo conducir tu auto.

—No, es un auto con chofer. Tengo cuenta en una compañía, él te llevará al aeropuerto y puedes ir en un jet privado o en helicóptero.

—No.

—Llévatelo, llamaré a Frank y le diré que te espere afuera —dijo, sacando su teléfono—. Él te cuidará, ya es un trato.

—Está bien. Gracias —acepté al fin, pues sabía que no valdría la pena negarme.

—Corre, Izzy.

Salí corriendo del dormitorio de Timothée y fui a la entrada, donde una limusina negra me esperaba. Un hombre alto y moreno salió del vehículo.

—Señorita Jenner —dijo cuando me vio en la entrada.

—Sí, soy yo.

—El señor Chalamet me pidió que la llevara a Los Ángeles.

—Ah, sí, claro.

—Soy Frank, un placer —dijo, extendiendo la mano.

—Kate Jenner.

—¿Llevará equipaje?

—No, solo lo que llevo puesto.

—Bien, entonces suba.

Subí a la limusina y me acomodé en el asiento trasero. Frank cerró la puerta detrás de mí y rápidamente se dirigió al asiento del conductor. El auto arrancó suavemente y nos dirigimos al helipuerto..

Durante el trayecto, intenté calmarme y organizar mis pensamientos. Tenía que estar fuerte para Lucky y asegurarme de que estuviera bien. Agradecí nuevamente la ayuda de Timothée y decidí enviarle un mensaje rápido.

"Gracias por todo, Timothée. Te lo agradeceré personalmente cuando regrese. Cuídate."

Poco después, llegamos al aeropuerto y Frank ya había hecho los arreglos necesarios para que pudiera abordar un helicóptero  hacia Los Ángeles. Subí al avión y me acomodé en el asiento, Frank subió conmigo. 

El vuelo fue rápido y eficiente, cuando aterrizamos en Los Ángeles, Frank me ayudó a bajar del helicóptero y nos dirigimos hacia la salida del helipuerto.

—¿A dónde quiere que la lleve, señorita Jenner? —preguntó Frank mientras nos dirigíamos a un coche que nos esperaba.

—A Beverly Hills —respondí, con la voz aún un poco temblorosa por la preocupación.

Frank asintió y abrió la puerta del coche para que subiera. Una vez dentro, él tomó el volante y en cuestión de minutos, estábamos en camino hacia Beverly Hills. El tráfico no era demasiado denso, lo que me permitió relajarme un poco mientras contemplaba la ciudad que pasaba rápidamente por la ventana.

La última JennerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora