Capítulo 23

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Nada es para siempre

Mis latidos iban a mil, mi paz estaba acabando, mis demonios volvían y estaban ganando.

Mi oxigeno disminuía, "debes escapar" es lo que mi mente decía a gritos, tenía que correr. Debía calmarme, no tenía que correr, no había riego aquí, había pasado un buen tiempo que no tenía un ataque de pánico, corrí a la habitación de mamá y tomé otro calmante.

Mi respiración se normalizó, mis manos habían dejado de temblar y ya no sentía ganas de llorar. Me puse de pie y apague la música, busco alguna película para matar el tiempo, terminó por llamar mi atención "Perfume".

***

Al finalizar la película, apagó el computador y enciendo el celular, encontré un mensaje de mi madre, diciendo que en su habitación había dinero para la comida. Habían dos mensajes más. Uno de ellos era de Carter.

"Carter

Lo siento por como me comporte, no debí tratarte así. Por favor acepta mis disculpas".

Al finalizar de leerlo, lo borré. No perdonaría nunca como me trató. El siguiente mensaje era de la un desconocido, mis dedos temblaban al abrir el mensaje.

" Nunca entenderás que eres un simple juguete de rato".

El mensaje venía con una imagen y espere que cargará. Al ver la imagen los pocos ánimos que me quedaban, cayeron en un agujero negro.

En la imagen se podía ver a una chica de cabello rojizo, era Verónica y a un chico que si no fuera por la estúpida camisa de Jack diría mil veces que no era Lucas pero si lo era.

Ese era el, esas eran las ganas que tenía de besarme, eso era lo serio que quería, esos labios que prometieron hacer las cosas bien fueron los mismos que los dañaron. Sabía que mi felicidad acabaría, sabía que sus promesas acabarían, se que mi dolor acabará pues nada en esta vida es para siempre.

Cerré el mensaje y baje a la sala, tomé a las llaves y fui a la licorería que quedaba en la calle siguiente a mi casa.

Conocía al encargado y sabía que él no diría nada si yo compraba alcohol, no le importaba mi edad. Siempre decía "yo pasé por esa edad y hubiese deseado tener un amigo que me vendiera alcohol" y como no lo tuvo, él es el amigo que te puede conseguir alcohol.

Llegué a la caja y pagué. Caminé lo más rápido a mi casa, sentía la sensación de ser vigilada y odiaba eso. Corrí el camino que quedaba para llegar y cerré todos los cerrojos al entrar. Abrí la botella y comence a beber. Sí preguntan ¿Qué estás bebiendo?. Pues les diré que no lo sé, nunca en mi vida había bebido, el asqueroso alcohol bajo por mi garganta.

Por qué muchas personas amaban beber?. Esto era horrible, su sabor era agrio si así podía decirse, poco me mareaba, baile como si vida dependiera de eso, no había música pero eso no me detuvo, ya había tomado más de la mitad de la botella.

—Estoy cansada, estoy tan cansada. Que tengo que hacer para que termine.— Sale de mis labios, la primera lágrima cae de mi rostro. —Hasta cuándo mi confianza será burlada?. Hasta cuándo debía fingir estar bien?. Cuando verán que me destruyó.

Mis lágrimas callaron mis reclamos a la vida, oí golpes en la puerta, quería abrir pero mi cuerpo no respondía, mi vista se oscurecía poco a poco y lo último que había oído era como gritaban mi nombre.

***

Escuché voces a mi alrededor, trato de abrir mis ojos pero me pesan, me imposible moverme. Con mucho esfuerzo abro mis ojos y una cegadora luz los recibe. No sabía dónde estaba o donde me encontraba.

Escaneo el lugar y por como es, creo estar en el hospital. La puerta se abrió y deja ver a un hombre con bata blanca entrar a la habitación.

-Señorita, ya despertó. Sabe dónde se encuentra?.-Pregunta. Calculaba que tenía unos 45 años.

Es un hospital, no?— Cada palabra raspaba mi garganta.

- Así es. Sabe por qué fue ingresada?- Pregunta y niego con la cabeza. - Un coma etílico y la mezcla de calmantes y alcohol causó daño en su cuerpo.

Veía como observaba la carpeta que traía en sus manos.

Quien me trajo?.

- Un chico, llamado Dester. Dijo ser su amigo y dijo que la había encontrado en su casa tirada en la sala y no respondía a ningún llamado.

Así que fue el quién gritó mi nombre, le debía mi vida.

- Como le sucedieron los moretones en sus costillas, señorita?.

Había olvidado aquellos moretones.

Tuve una caída de las escaleras, fue un accidente.

-Sabes cuántas historias similares he escuchado?. Es su padre?. Es usted novio?. Es el chico de afuera.- Negué tantas veces me fueron posible. Necesitaba conseguir una mentira creíble.

Intentaron robarme y me resistí.— Vi con atención la reacción del doctor, supliqué a los dioses que interfirieran y me ayudarán.

- Perdoné mi intromisión pero debe denunciarlo. Sus heridas fueron curadas y ninguna es grave, le recomendaré algunos medicamentos para el dolor.- Dijo rápidamente anotando algo en su carpeta.

—Lo haré. Y le pido que no le comenté nada a mi amigo, es solo que siento que se preocupara y es algo que no quiero.

-No le diré nada de los moretones de las costillas pero el de su rostro ya lo vió, así que inventé una buena excusa para eso.

Veo como sale de la habitación. Se que Dester entrará, sé que hará miles de preguntas, sé que quizás acusará a miles de personas. Debía pensar algo rápido y creíble o todo se volvería aún peor. Escuché como se abría la puerta y un molestó pero preocupado Dester entraba a la habitación.

-Me dirás la verdad o me llenaras la caras de mentiras de mierda como hiciste con el doctor- Dice al estar frente a la camilla.

Neuronas piensen rápido.

Lo Perfecto en lo Imperfecto Donde viven las historias. Descúbrelo ahora